No sólo el aspecto físico llama la atención de la mujer. Un elemento de atracción es el coeficiente intelectual del varón.
Hay muchos elementos que pueden hacer que una mujer se sienta atraída hacia un hombre. La apariencia física, la vestimenta, el humor o gustos afines son sólo algunos. En algunas mujeres lo que más las derrite sexualmente es la inteligencia del hombre. Esta característica se llama sapiosexualidad.
Un comentario acertado, una interesante conversación, reacciones propicias y un amplio conocimiento en algún área, pueden conquistar por completo, e incluso excitar, a una mujer sapiosexual.
Aunque no es el único factor que consideran las mujeres, es la puerta de entrada al interés en entablar una relación más cercana con quien acaban de conocer. La explicación a por qué sucede esto tiene un sustento en el funcionamiento cerebral.
Y es que a diferencia de lo que se podría pensar, el principal órgano sexual es el cerebro. Luego vienen la piel y la sexualidad genital. Lister Rossel, psiquiatra de Clínica Las Condes, comenta que la seducción “tiene una partida en la conmoción de encuentros a nivel mental. Entonces no es tan extraño que resulte atrayente desde el punto de vista sexual, una persona que genera un imán de lo que es la sapiencia o el atractivo que se erotiza realmente”.
La evolución humana ha provocado cambios en el comportamiento de las personas. La mayoría de los fenómenos se han acercado hacia el cerebro. El espacio sexual no queda fuera de este proceso, por lo que la atracción entre personas se está provocando como un vínculo mental.
El resto del mundo animal responde a los llamados sexuales en forma más externa, a través de colores, formas, olores y el contacto físico. En cambio, “a nivel humano la experiencia sexual se vuelve cada vez más externa, personal, más cercana al cerebro”, señala Rossel.
Las mujeres son las más susceptibles a enamorarse de la inteligencia de su pareja. El entorno social de hoy y las características culturales, hacen que, al compararlas con los hombres, ellas relacionen su concepto de sexualidad con muchos otros aspectos que los netamente sexuales, como los valores, talentos, interés, trato e incluso timbre de voz del hombre en cuestión.
Por el contrario, los hombres “probablemente, todavía estén más cercanos a una sexualidad más disociada, más rápida, externa”, sostiene el psiquiatra. Ellos no mezclan las cualidades internas de la mujer con la sexualidad y no se involucran rápidamente.
Que sea la mujer la que se fije en la inteligencia del otro, no significa que tenga un trastorno psicosexual ni social. No se necesita acudir a terapia, pues es sólo su propio camino para sentirse atraída por alguien.
El tratamiento con especialista se descarta a menos que se transforme en una mujer sapiosexual obsesiva. Lister Rossel advierte que la búsqueda de inteligencia masculina como factor sexual “es compulsiva cuando es indiscriminada y no controlable por la persona, pero ahí ya se entraría en una patología de la personalidad”.
La conquista
Un hombre y una mujer sapiosexual se relacionan más de lo que ellos mismos piensan. Ambos se entregarán señales voluntarias o no, que despertarán o terminarán el incipiente romance. Es una reacción completamente natural y propia de la humanidad.
“Se establecen canales de comunicación y puentes. Igual hay conexión. Finalmente es la especie procurando su supervivencia. Tanto uno como otro exhiben la conexión”, complementa Rossel.
Asimismo, es la mujer la que termina con la posibilidad de interesarse en más de un hombre, porque la sexualidad femenina es la que se dispone mayormente al enamoramiento. Está exclusivamente atraída hacia uno solo.
El comportamiento no se limita a las sapiosexuales. Sólo sucede que para ellas la inteligencia es el rasgo que les capta la atención. Pero la seducción va más allá de la primera impresión que el hombre o la mujer se pueden llevar del otro.
El psiquiatra Rossel explica que la atracción entre personas “claramente emana de un encuentro con las ideas de las personas, con la seducción en términos de resultar un imán erótico, desde el entusiasmar con expresiones verbales y con mover en el fondo a la persona”.
Así, cualquier rasgo podría involucrar plenamente a la personas. “Hay personas que les atrae escuchar cantar, o hay mujeres a las que no les pasaba nada con el hombre hasta que lo vieron cocinar, algo que pueda mostrar una dimensión sensible del otro”, indica Rossel para demostrar las infinitas formas de entablar una relación de pareja.
Ser una mujer sapiosexual o ser del tipo de las que valora variados aspectos para hacer sentirse cautivada por un hombre, es una muestra de que la reproducción es sólo una de las funciones de la sexualidad humana.
Fuente :Emol.com