Las sombras de mi cuarto.
Miro las sombras detrás de mi puerta, ocultas por una razón especial...
Una daga desnuda atraviesa el umbral
dejando un mar de complacencia y carnalidad en mi cuarto.
Me siento atrapado por mi propio refugio
una claustrofobia increíble que me traiciona.
Nunca espere una palmada en mi espalda... pero ¿por que no?
incluso los malos personajes obtienen beneficios de sus actos,
los míos solo dejan carcajadas en la chusma.
El miedo y la ansiedad se apoderan de las sombras
el crujir de sus dientes debilita mi espiritualidad
provocando una incertidumbre fatal en mi bestialidad
- A estas alturas mi estrategia es escapar o gritar -
¡Asesinas! les grito tirando mi carne contra la obscuridad,
ya, como ultima opción de ahuyentarlas,
pero mi carne toca su vergüenza y aumenta su ira
espantando a las débiles
provocando a las fuertes el delicado susurro de la estrategia.
Ahora se acercan
con la daga firme y afilada
esperando el momento en el cual tropiece y caiga intentando escapar,
precisamente pensaba en caer hoy, pero aun tengo miedo...
Me recuesto sobre mi cama
esperando la cobardía enemiga,
cantando el caballo blanco, rogándole que me saque de aquí,
pero la razón por la cual la daga esta fría en mi mente,
es por que nunca creí en esas estupideces...
Miro las sombras detrás de mi puerta, ocultas por una razón especial...
Una daga desnuda atraviesa el umbral
dejando un mar de complacencia y carnalidad en mi cuarto.
Me siento atrapado por mi propio refugio
una claustrofobia increíble que me traiciona.
Nunca espere una palmada en mi espalda... pero ¿por que no?
incluso los malos personajes obtienen beneficios de sus actos,
los míos solo dejan carcajadas en la chusma.
El miedo y la ansiedad se apoderan de las sombras
el crujir de sus dientes debilita mi espiritualidad
provocando una incertidumbre fatal en mi bestialidad
- A estas alturas mi estrategia es escapar o gritar -
¡Asesinas! les grito tirando mi carne contra la obscuridad,
ya, como ultima opción de ahuyentarlas,
pero mi carne toca su vergüenza y aumenta su ira
espantando a las débiles
provocando a las fuertes el delicado susurro de la estrategia.
Ahora se acercan
con la daga firme y afilada
esperando el momento en el cual tropiece y caiga intentando escapar,
precisamente pensaba en caer hoy, pero aun tengo miedo...
Me recuesto sobre mi cama
esperando la cobardía enemiga,
cantando el caballo blanco, rogándole que me saque de aquí,
pero la razón por la cual la daga esta fría en mi mente,
es por que nunca creí en esas estupideces...