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El origen del proyecto de Ahn surgió a raíz de un momento epifánico: estaba sentada al borde de su departamento en New York y miraba desde allí el paisaje urbano. «Tuve el pensamiento que de repente mi juventud estaba llegando a su fin y yo no podía entender el futuro», le contó a Diane Smyth de British Journal of Photography. «Me senté en el borde y miré hacia abajo. Vi el espacio vacío y entonces se produjo un cambio repentino en mi perspectiva de la vida y la muerte, el presente y el futuro. La visión del paisaje urbano que estaba presenciando no era real para ese momento. Estaba en realidad de pie en el vacío. Era 'el presente' para mí. Así que tomé una foto de mis pies y ese fue el comienzo de mi proyecto».

Fuente:

http://redaccion.lamula.pe/2013/01/20/la-chica-que-se-retrataba-al-borde-de-los-edificios/bufalino/


Oficial site:

http://ahnjun.com/home.html

La altura vertiginosa y la peligrosa tentación de lanzarse hacia adelante, siempre unidas de la mano... como si una parte de ti pareciera dejarse convencer por la susurrante llamada de la gravedad y la otra, histérica, con el corazón en la boca, maldijera tu temeridad por asomarte tan al borde.

Hay un análisis muy inquietante que va con eso, creo que es en el cuento de Poe "El demonio de la perversidad", imperdible.


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Da gusto rodearse de gente tan leída. Me gustan estos apuntes abraxianos.

A veces cuando camino por lugares altos siento el impulso de lanzarme

Algunos disfrazan ese impulso con la palabra vertigo.

Tambien sufro de ese impulso.

He aquí el fragmento de Poe:

Estamos al borde de un precipicio. Miramos el abismo, sentimos malestar y vértigo. Nuestro primer impulso es retroceder ante el peligro. Inexplicablemente, nos quedamos. En lenta graduación, nuestro malestar y nuestro vértigo se confunden en una nube de sentimientos inefables. Por grados aún más imperceptibles esta nube cobra forma, como el vapor de la botella de donde surgió el genio en Las mil y una noches. Pero en esa nube nuestra al borde del precipicio, adquiere consistencia una forma mucho más terrible que cualquier genio o demonio de leyenda, y, sin embargo, es sólo un pensamiento, aunque temible, de esos que hielan hasta la médula de los huesos con la feroz delicia de su horror. Es simplemente la idea de lo que serían nuestras sensaciones durante la veloz caída desde semejante altura. Y esta caída, esta fulminante aniquilación, por la simple razón de que implica la más espantosa y la más abominable entre las más espantosas y abominables imágenes de la muerte y el sufrimiento que jamás se hayan presentado a nuestra imaginación, por esta simple razón la deseamos con más fuerza. Y porque nuestra razón nos aparta violentamente del abismo, por eso nos acercamos a él con más ímpetu. No hay en la naturaleza pasión de una impaciencia tan demoniaca como la del que, estremecido al borde de un precipicio, piensa arrojarse en él. Aceptar por un instante cualquier atisbo de pensamiento significa la perdición inevitable, pues la reflexión no hace sino apremiarnos para que no lo hagamos, y justamente por eso, digo, no podemos hacerlo. Si no hay allí un brazo amigo que nos detenga, o si fallamos en el súbito esfuerzo de echarnos atrás, nos arrojamos, nos destruimos.


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Muy Bueno. Poe-sía pura.


Y al margen de lo profundo y los impulsos humanos... La chica esta no se cambia de ropa?

Yo no solo tendría miedo de caer si no también miedo de que se me caiga la cámara y se destruyera en mil pedazos.

Igual, genial concepto para hacer un proyecto fotográfico.
Además, para los que nos cuidamos demasiado (o nos dejamos vencer por el miedo), ya nos está compartiendo esas perspectivas que nos perdemos, como para tenerlas siempre en cuenta.