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Puerto de eternautas


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    La prosa de otros

    Quintiliano Keith
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    Mensaje por Quintiliano Keith Vie Mar 08, 2013 2:56 pm

    Empezaré con un maestro: Jardiel Poncela La prosa de otros 334736102

    REGLAS PARA ADIVINAR EL CARÁCTER DE LAS PERSONAS DE UNA SOLA MIRADA Examinemos escrupulosamente los cabellos, las narices, los ojos, la boca y las manos de nuestros semejantes y deduzcamos de nuestro examen su carácter.

    LOS CABELLOS Los cabellos duros y ásperos son muestra clara de violencia de carácter. Unos cabellos lacios, señal de que su poseedor ama de vivir tumbado a la larga. Los cabellos negros denotan espíritu apasionado. A los cincuenta años, los cabellos negros indican uso de tinte. Cuando son rubios los cabellos tienen un tono amarillo. La ausencia total de cabellos debe traducirse por calvicie.

    LAS NARICES Las narices largas significan abundancia de narices. Con dos agujeritos denotan vulgaridad. Con dos agujeritos y lentes, miopía o vista cansada. Unas narices rotas indican cultivo del boxeo. Si son pequeñitas las narices, puede decirse que los padres de uno eran muy ahorrativos. Con pelitos en la punta, que el interesado se afeita solo y en casa.

    LOS OJOS Los ojos inundados de llanto quieren decir pena. Cuando tienen un color verde esmeralda, deben lucirse. Ojos hinchados y a medio cerrar, indican que hace tres días que no se acuesta uno.

    LA BOCA Una boca de labios apretados indica tacañería y deseo de que no le entren moscas. Cuando los labios son muy finos, preguntan por la familia.

    LAS MANOS Manos blancas, no ofenden. Una mano con cinco dedos no llama la atención. Con un cigarrillo humeante, afición a fumar. Las ¡manos arriba! quieren decir que alguien amenaza revólver en mano.

    AFORISMOS
    1
    . Tener fe es como masticar sin dientes.

    2. Una gran mayoría de los que elevan los brazos al cielo lo hacen para desperezarse.

    3. No hay nadie que viva tan preocupado por el dinero como los ricos, si se exceptúa a los pobres.

    4. Frecuentemente el que admira admira para que lo admiren por su admiración.

    5. Casarse para que lo cuiden a uno es como cortarse las manos para no tener que usar guantes.

    6. Un beso dado a una mujer lo mismo puede conducir a la felicidad que al matrimonio.

    7. El pudor es un sólido que se disuelve en alcohol o en dinero.

    8. Hay dos sistemas de conseguir la felicidad: uno, hacerse el idiota; otro, serlo.

    9. Una cuidadosa vigilancia de los padres sobre los hijos sirve para que sepan lo que los hijos hacen después de que lo han hecho.

    10. La mujer adora al hombre igual que el creyente adora a Dios: pidiéndole todos los días algo.

    11. En la mujer unas manos microscópicas no quiere decir que sean pequeñas, sino que aumentan de tamaño lo que tocan.

    12. Las mujeres tienen las mismas costumbres de los salvajes: adornarse con plumas, colgarse aros en las orejas, pintarse la cara y vivir conquistando a los vecinos.

    13. En la vida humana sólo unos pocos sueños se cumplen; la mayoría de los sueños se roncan.
    14. El amor es una comedia en un acto: el sexual.

    15. En las mujeres que tienen la cara bonita, los dos labios son superiores.

    16. Los muertos, por mal que lo hayan hecho, siempre salen en hombros.
    17. Los muertos son gente fría y muy estirada.

    18. El hombre es el animal que más se parece al hombre.

    19. Si el ideal pudiera realizarse, no existiría el ideal.

    20. Lo que se lee sin esfuerzo ninguno, se ha escrito siempre con un gran esfuerzo.

    21. Lo que se recuerda con demasiados detalles es siempre falso.

    22. Adán era de color negro; Eva era de color blanco; la unión de ambos ha producido una Humanidad gris.

    23. Todo arte es una mentira hermosa.


    Enrique Jardiel Poncela

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    Mensaje por Abraxas Vie Mar 08, 2013 8:07 pm

    De las moscas del Mercado (Nietzsche)

    ¡Huye, amigo mío, a tu soledad! Ensordecido te veo por el ruido de los grandes hombres, y acribillado por los aguijones de los pequeños.

    El bosque y la roca saben callar dignamente contigo. Vuelve a ser igual que el árbol al que amas, el árbol de amplias ramas: silencioso y atento pende sobre el mar.

    Donde la soledad acaba, allí comienza el mercado; y donde el mercado comienza, allí comienzan también el ruido de los grandes comediantes y el zumbido de las moscas venenosas.

    En el mundo las mejores cosas no valen nada sin alguien que las represente: grandes hombres llama el pueblo a esos actores.

    El pueblo comprende poco lo grande, esto es: lo creador. Pero tiene sentidos para todos los actores y comediantes de grandes cosas.

    En torno a los inventores de nuevos valores gira el mundo: - gira de modo invisible. Sin embargo, en torno a los comediantes giran el pueblo y la fama: así marcha el mundo.

    Espíritu tiene el comediante, pero poca consciencia del espíritu. Cree siempre en aquello que mejor le permite llevar a los otros a creer - ¡a creer en él!

    Mañana tendrá una nueva fe, y pasado mañana, otra más nueva. Sentidos rápidos tiene el comediante, igual que el pueblo, y presentimientos cambiantes.

    Derribar - eso significa para él: demostrar. Volver loco a uno - eso significa para él: convencer. Y la sangre es para él el mejor de los argumentos.

    A una verdad que sólo en oídos delicados se desliza llámala mentira y nada. ¡En verdad, sólo cree en dioses que hagan gran ruido en el mundo!

    Lleno de bufones solemnes está el mercado - ¡y el pueblo se gloría de sus grandes hombres! Estos son para él los señores del momento.

    Pero la hora los apremia: así ellos te apremian a ti. Y también de ti quieren ellos un sí o un no. ¡Ay!, ¿quieres colocar tu silla entre un pro y un contra?

    ¡No tengas celos de esos incondicionales y apremiantes, amante de la verdad! Jamás se ha colgado la verdad del brazo de un incondicional.

    A causa de esas gentes súbitas, vuelve a tu seguridad: sólo en el mercado le asaltan a uno con un ¿sí o no?

    Todos los pozos profundos viven con lentitud sus experiencias: tienen que esperar largo tiempo hasta saber qué fue lo que cayó en su profundidad.

    Todo lo grande se aparta del mercado y de la fama: apartados de ellos han vivido desde siempre los inventores de nuevos valores.

    Huye, amigo mío, a tu soledad: te veo acribillado por moscas venenosas. ¡Huye allí donde sopla un viento áspero, fuerte!

    ¡Huye a tu soledad! Has vivido demasiado cerca de los pequeños y mezquinos. ¡Huye de su venganza invisible! Contra ti no son otra cosa que venganza.

    ¡Deja de levantar tu brazo contra ellos! Son innumerables, y no es tu destino el ser espantamoscas.

    Innumerables son esos pequeños y mezquinos; y a más de un edificio orgulloso han conseguido derribarlo ya las gotas de lluvia y los yerbajos.

    Tú no eres una piedra, pero has sido ya excavado por muchas gotas. Acabarás por resquebrajarte y por romperte en pedazos bajo tantas gotas.

    Fatigado te veo por moscas venenosas, lleno de sangrientos rasguños te veo en cien sitios; y tu orgullo no quiere ni siquiera encolerizarse.

    Sangre quisieran ellas de ti con toda inocencia, sangre es lo que sus almas exangües codician - y por ello pican con toda inocencia.

    Mas tú, profundo, tú sufres demasiado profundamente incluso por pequeñas heridas; y antes de que te curases, ya se arrastraba el mismo gusano venenoso por tu mano.

    Demasiado orgulloso me pareces para matar a esos golosos. ¡Pero procura que no se convierta en tu fatalidad el soportar toda su venenosa injusticia!

    Ellos zumban a tu alrededor incluso con su alabanza: impertinencia es su alabanza. Quieren la cercanía de tu piel y de tu sangre.

    Te adulan como a un dios o a un demonio; lloriquean delante de ti como delante de un dios o de un demonio. ¡Qué importa! Son aduladores y llorones, y nada más.

    También suelen hacerse los amables contigo. Pero ésa fue siempre la astucia de los cobardes. ¡Sí, los cobardes son astutos!

    Ellos reflexionan mucho sobre ti con su alma estrecha, - ¡para ellos eres siempre preocupante! Todo aquello sobre lo que se reflexiona mucho se vuelve preocupante.

    Ellos te castigan por todas tus virtudes. Sólo te perdonan de verdad - tus fallos.

    Como tú eres suave y de sentir justo, dices: «No tienen ellos la culpa de su mezquina existencia». Mas su estrecha alma piensa: «Culpable es toda gran existencia».

    Aunque eres suave con ellos, se sienten, sin embargo, despreciados por ti; y te pagan tus bondades con, daños encubiertos.

    Tu orgullo sin palabras repugna siempre a su gusto; se regocijan mucho cuando alguna vez eres bastante modesto para ser vanidoso.

    Lo que nosotros reconocemos en un hombre, eso lo hacemos arder también en el. Por ello ¡guárdate de los pequeños!

    Ante ti ellos se sienten pequeños, y su bajeza arde y se pone al rojo contra ti en invisible venganza.

    ¿No has notado cómo solían enmudecer cuando tu te acercabas a ellos, y cómo su fuerza los abandonaba, cual humo de fuego que se extingue?

    Sí, amigo mío, para tus prójimos eres tú la conciencia malvada: pues ellos son indignos de ti. Por eso te odian y quisieran chuparte la sangre.

    Tus prójimos serán siempre moscas venenosas; lo que en ti es grande - eso cabalmente tiene que hacerlos mas venenosos y siempre más moscas.

    Huye, amigo mío, a tu soledad y allí donde sopla un viento áspero, fuerte. No es tu destino el ser espantamoscas.



    Así habló Zaratustra.


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    Mensaje por Quintiliano Keith Dom Mar 10, 2013 2:16 am

    "En Nueva York ciertos días, perdido en el fondo de esos pozos de piedra y acero donde erran millones de hombres corría de uno a otro agotado, sin lograr ver su fin. Ahogaba entonces el grito que el pánico quería lanzar, pero cada vez que esto me ocurría, a lo lejos el llamado de un remolcador me hacía recordar que esa ciudad, cisterna seca, era una isla y que más allá de la punta de la Battery, el agua de mi bautismo me esperaba, negra y podrida, cubierta de corchos huecos."


    Albert Camus

    la luz es el hilo que se ha roto en la piel de un niño. dilo: la piel de un niño rota. dí que la luz es el fusil que nos destruye en el ojo de las libélulas. lo correcto se ha vuelto una náusea en la memoria; querer el movimiento del gato. chillar es la herramienta del horizonte límite. miras tu mano sucia, mírala, sí, la matriz te resbala por las sienes. laberinto, caja torácica, agujeros en la tierra: espero.

    Almudena Vega
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    Mensaje por Quintiliano Keith Lun Mar 11, 2013 2:21 pm

    El error de hacer reír. (1972).
    De Osvaldo Soriano (1943-1997).

    Dentro de Conjunto de Relatos breves, de tono biográfico, El error de hacer reír sería un preámbulo de su primera gran novela de este autor argentino: Triste, solitario y final. (1973). Crepúsculo de estrellas del cine mudo: Stan Laurel y Oliver Hardy.
    -La música llena el aire.

    IV ANTESALA DE LA MUERTE.


    El hombre gordo está de mal humor y no habla. Desde que lo trajeron, no habla. Se pasea de un lado a otro por el parque, empujando las ruedas de la silla. Ya no puede volverse cuando alguien lo llama.
    -¡Ollie!
    Todos en este asilo viven sus últimos días empujando lo que queda de sus cuerpos, Ollie no puede mirar para atrás. Semiparalizado por la hemiplejía, está condenado a enfrentar al mundo. Por eso su silencio.
    Hoy ha venido su mujer. Le ha traído un par de mantas y un sombrero hongo. Él ha dejado que Linda lo coloque sobre su cabeza y luego ambos han reído un rato. Después, Ollie ha tirado el sombrero muy lejos y ha quedado de mal humor. Linda, antes de irse, le acarició el rostro.
    -Pronto estarás bien- le ha dicho. Pero él siente que ya no es sino una burla de sí mismo, un fantasma lejano y retraído. Ha perdido sesenta kilos, pero su cuerpo le parece cada vez más pesado y torpe.
    -¡Ollie!
    -Yo no soy Ollie. Soy Stan. Él es el gordo. Yo soy el flaco.
    -¿No vieron nuestras películas? En ellas el gordo es el perjudicado. Siempre está cayendo. El gordo siempre termina mal. Ahora también. El gordo está muerto. Yo soy Stan.
    -Los enfermos se acercan para hablarle. Lo señalan cuando llegan sus mujeres y sus niños.
    -Aquí está Ollie -dicen-, vengan a verlo. No habla, como en las películas mudas. Va de aquí para allá, pero no habla.
    -Ollie siente una especie de secreto orgullo al ser reconocido.
    -No soy Ollie, soy Stan –dice.
    -Es cierto –dice un niño-, él no es Ollie. El gordo era gordo. Éste no es Ollie.
    Los niños salen corriendo. Van a divertirse al parque. Corren, caen y vuelven a levantarse. Ollie que se ha quedado solo, los mira. Tiene un poco de frío. Levanta con esfuerzo la manta y se cubre. Parece un fantasma.

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    Mensaje por Quintiliano Keith Dom Mar 17, 2013 4:47 pm

    Dice Elena Medel que,-otra que miente- se siente más cómoda escribiendo narrativa que poemas. Y también los burros vuelan, de martes a jueves.

    Reconozco que soy tu depredador, y si me pones, depravado de tus letras, por eso voy y robo de ti. Robo y chupo de lo que escribes, Elena.

    Nada como el hogar

    Ay.

    Se está tan bien en casa.

    En tu sofá, con tus piernas al calor del brasero, resguardado por la tela de la mesa camilla, observando con melancolía el exterior: ahí la lluvia y el frío, aquí las chapetas y la riqueza energética. A tus cosas, en su relax del final del día, con tu ordenador encendido opinando en el Twitter, con tu ordenador encendido opinando en el Facebook, con tu ordenador encendido saltando por los hechos que estremecen el globo, que si una guerra, que si un desahucio, todo eso, comentándolo en voz alta mientras aproximas al calorcito la pantufla.

    Se está tan bien.

    Se está tan bien en casa y se procesan con tanta lucidez los titulares. Se está tan bien en casa con el pantalón del pijama, con el yogur de la cena en el estómago, analizando qué ha deparado la jornada: la espera en el supermercado, lo de la corrupción. Se está tan bien en casa, claro, en la casa de uno o una, o en el despacho, con la calefacción tan alta que te obliga a remangarte, cumpliendo con tus deberes, feliz y protegido de las inclemencias.

    Se está tan bien que reflexionas. Que el bienestar se apodera de tu cuerpo y de tu mente y ya actúa por sí mismo. Que eres el secretario de un ayuntamiento y, afanado —cuarta acepción según el DRAE— en mejorar el universo, aflojándote la corbata por la temperatura alta y el peso de la responsabilidad y la capa de superhéroe, que te aprieta el cuello, informas que te informas. Y crecido en tu responsabilidad desarrollas una investigación que nadie te ha solicitado, salvo los «diversos ciudadanos» que te transmiten «puntuales quejas verbales», ojalá que a pie de taberna, ese cauce oficial; que tú, recapitulemos, oh tú al rojo vivísimo, tú indicas en tu obra magna de la iniciativa propia el delito flagrante —tercera acepción según el DRAE— de quienes venden pañuelos de papel en los semáforos.

    Tú puntualizas: «en la calzada». La invaden. Mendigan; puntualizas más. Sorprenden a los conductores que aguardan el disco verde. Provocan frenazos bruscos. Quiebran con la furia animal de sus bolsas de plástico los cristales de los automóviles, roban a los niños que juegan con las tablets ofrendadas junto a sus zapatos en la noche de reyes, tras raptar a esos niños se los comen en el mismísimo paso de cebra, y se acercan a las horrorizadas madres —la cremallera del chándal colgando de la boca— y les cortan los dedos para empeñar sus anillos de casadas en el Compro Oro más cercano, y botín a botín ahorran —en huchas del Domund robadas— para comprar armas en el mercado negro y aniquilar con ellas a ancianos, enfermos y autónomos.

    Así se comportan los vendedores de pañuelos de papel.

    Esta es la realidad.

    Y tú la has destapado.

    Y tú, con la manta eléctrica de tu moral, temeroso de arder en el chubesqui de lo incorrecto, cliqueas dos veces en el procesador de textos, seleccionas la opción del nuevo documento y redactas. Y recuerdas que algunos de ellos son «originarios de otros países» y te enciendes. Y presentas Ese Informe Que Nadie Te Ha Pedido, y quienes tendrían que habértelo solicitado confirman que esto no va con ellos, que no van a hacer nada, que no están en eso por mucho que te hayas repasado las leyes para delante y para detrás, igual que se baila a cierta hora en los convites, con ese mismo entusiasmo ciego por la vida, como si las palabras de ese informe las susurrara un cisne moribundo.

    Voy a llorar.

    Tú lo entregas y te ignoran. Habrá quien se escandalice, y tú te taparás los oídos, y habrá quien te apoye, subrayando que provocan una mala impresión en esos turistas que abandonan el soporcillo de la alta velocidad para sumergirse en la modorrilla de su habitación de hotel y cómo no se les va a cortar el cuerpo con la pobreza, los paquetes de pañuelos, la miseria en esta ciudad magna. La «mala imagen», arguyen. No los hechos, no las cifras, no la verdad, sino la impresión de un señor de Murcia que duerme aquí una noche y regresa a su hogar y conmina a los suyos a no pisar Córdoba, localidad en la que un vendedor de pañuelos intenta ejercer su innoble oficio y, al no lograrlo, se comporta tal y como he descrito en el párrafo séptimo de la presente.

    Voy a llorar.

    Pero eh, vosotros, tranquilos con la calefacción encendida, saciados con el plato a rebosar: que ni el hambre ni el frío os visiten, que no os alcancen ni la necesidad ni la desesperación, que vender un paquete de pañuelos por la calle no se convierta en vuestra única opción para protegeros bajo un techo o alimentaros de pan y de leche. Que todos vuestros problemas, y los de vuestro entorno, y los de la ciudad que imagináis, pero que no existe, se limiten a la supervivencia del gremio de los vendedores de pañuelos y su aparición en un semáforo.

    Pero ay.

    Se está tan bien en casa.

    Con la estufita.

    En la camita.

    Ay, el confort.

    Ay, la ignorancia.


    Elena Medel, robado de su blog.
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    Mensaje por Quintiliano Keith Mar Mar 26, 2013 9:24 am

    Aliocha Coll escribe en Atila (1991), libro póstumo, editado después de su suicidio en 1990.

    “Luego vio a Quijote, debajo de la luna, que parecía andar sobre un rodillo, entre las adelfas, no entre los algarrobos, y notó por primera vez que el compás de sus piernas, ¡y el de sus brazos también!, no era otro sino el ritmo del agua, y asimismo su cabeceo ligero, el ritmo vegetal por excelencia... ¿cómo era eso?, y como evocado sin cita se representó Lucrecio... «¿Por qué está escrito al revés De rerum natura, ... por qué empieza con el principio del final para continuar en seguida, y sin que nada pueda cambiar su sentido, con el final del principio..., como si la naturaleza de las cosas andase (sic) de espaldas en las cosas, repitiendo la muerte y no el nacimiento aunque lo crea y quiera, contrariando... la fortaleza de las cosas, desdoblándolas en el pretérito, disociándolas en la estela, rebajándolas en el espejismo dorado de la edad, dividiéndolas en la causa y en la extensiva nostalgia?... pobres cosas, cada vez más y más causadas..., pobre causa, cada cosa más y más vicaria... y menos y menos vicisitudinaria, ... pobre vez, cada causa pluralmente fantástica, y su cosa singularmente inmaterial.»“ (p. 89)
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    Mensaje por Quintiliano Keith Jue Abr 11, 2013 2:30 pm

    Hoy la chica más guapa lleva el pelo sucio pero a nadie le importa con tal de que lleve limpias otras cosas. Debajo del chaleco antibalas cicatrices de deseo, veneno, mata ratas. He cosido la fuente de mi fertilidad. Aquí, hasta que me quieran, solo entrarán piedras. Hoy la chica más guapa del bar lleva el pelo sucio. Sobre la barra mis dientes como ofrenda. Me he cosido los labios. Aquí, hasta que me quieran, solo entrarán piedras. Saliva seca en las comisuras y entre los muslos. Hoy la chica más guapa del bar lleva el pelo sucio. Enormes costras de caspa se elevan de la raíz hacia las puntas y nos vemos hambrientos pero hoy me siento nadie. Hoy me siento seca. He desgarrado mis párpados con grapas pero aquí no cabe nada salvo tierra. Espero mi crucifixión ante el espejo mientras en el vientre aún flota entre la nada el recuerdo del hijo que nunca tendremos.

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    Mensaje por Quintiliano Keith Lun Abr 15, 2013 3:37 pm

    ESE CHICO TIENE PROBLEMAS EN SU CASA


    Esta mañana, en clase, un alumno se transformó en perro. Siempre me pierdo la acción en mi afán de copiarles la teoría en la pizarra. Después de la confusión, les pregunté a sus compañeros, disimulando mi curiosidad. Ninguno supo precisar el momento exacto en que ocurrió la transformación. No fue paulatina, sino sorpresiva. Los adolescentes, en general, no dejan de sorprenderme. Sin embargo, en todos estos años de docencia, jamás había estado tan cerca del alumno-perro. Se transformó descaradamente en mi clase y me lo perdí. No un cancerbero, ni siquiera un perro negro. Un perro lanudo, común, despeinado, que no llamaría la atención si no supiera que es López, el del tercer banco a la izquierda. No recuerdo su nombre de pila. Sólo su pelo desteñido y despeinado, como si nunca se lo hubiera lavado o peinado. Un chico común, con mirada perdida, como drogado. Un perro común, con mirada de perro, como hambriento. Hablé con la psicóloga del colegio y me dijo:
    - No puedo creer hasta qué extremos está dispuesta a llegar la gente para llamar la atención. Ese chico tiene problemas en su casa.
    Vaya si los tiene, pensé.
    - Su padre los abandonó cuando él nació, porque era diferente a lo que esperaba. No sé qué quería este tipo, si lo vieras. Creo que se parece al chico, cuando se transforma. Una cara de perro impresionante.
    Después de la transformación, el perro escapó del aula y sus compañeros tuvieron que buscarlo. Hasta que volvieron mi hora había terminado. Definitivamente, siempre me pierdo la acción.


    Ildiko Nassr, es escritor argentino (1976)
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    Mensaje por KarenV Lun Abr 15, 2013 5:03 pm

    Quintiliano Keith escribió:Hoy la chica más guapa lleva el pelo sucio pero a nadie le importa con tal de que lleve limpias otras cosas. Debajo del chaleco antibalas cicatrices de deseo, veneno, mata ratas. He cosido la fuente de mi fertilidad. Aquí, hasta que me quieran, solo entrarán piedras. Hoy la chica más guapa del bar lleva el pelo sucio. Sobre la barra mis dientes como ofrenda. Me he cosido los labios. Aquí, hasta que me quieran, solo entrarán piedras. Saliva seca en las comisuras y entre los muslos. Hoy la chica más guapa del bar lleva el pelo sucio. Enormes costras de caspa se elevan de la raíz hacia las puntas y nos vemos hambrientos pero hoy me siento nadie. Hoy me siento seca. He desgarrado mis párpados con grapas pero aquí no cabe nada salvo tierra. Espero mi crucifixión ante el espejo mientras en el vientre aún flota entre la nada el recuerdo del hijo que nunca tendremos.

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    Me gusta. ;__;
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    Mensaje por KarenV Lun Abr 15, 2013 5:17 pm

    Aunque es Teatro....

    (Por la escalera del fondo surge entonces como un obús Práxedes. Es una muchacha pequeña y menuda que personifica
    la velocidad. Trae una bandeja grande con una cena completa, dos botellas, vasos, mantelería, etc., y avanza con todos sus
    bártulos, como un gato por un vasar, vertiginosamente y sin rozar ni un objeto, hasta una mesa donde deposita la bandeja, y, con
    rapidez nunca vista, arregla y sirve un cubierto sin dejar un instante de hablar, no se sabe si con Fermín o consigo misma.)
    PRÁXEDES.—¿Se puede? Sí, porque no hay nadie. ¿Que no hay nadie? Bueno, hay alguien, pero
    como si no hubiera nadie. ¡Hola! ¿Qué hay? ¿Qué haces aquí? Perdiendo el tiempo, ¿no? Tú dirás que no,
    pero yo digo que sí. ¿Qué? ¡Ah! Bueno, por eso... ¿Que por qué vengo? Porque me lo han mandado. ¿Quién?
    La señora mayor. ¿Que qué traigo? La cena de la señora, porque es sábado y esta noche tiene que vigilar.
    ¿Que por qué cena vigilando? Pues porque no va a vigilar sin cenar. ¿Te parece mal que vigile? Y a mí
    también. Pero ¿podemos nosotros remediarlo? ¡Ah! Bueno, por eso... Y ahora a dejárselo todo dispuesto y a
    su gusto. ¿Que lo hago demasiado deprisa? Es mi genio. Pero ¿lo hago mal? ¿No? ¡Ah! Bueno, por eso... Y
    no hablemos más. Ya está: en un voleo. ¿Bebidas? ¡Claro! No iba a comer sin beber. Aunque tú bebes aunque
    no comas. ¿Lo niegas? Bien. Allá tú. Pero ¿es cierto, sí o no? ¿Sí? ¡Ah! Bueno, por eso. (Yendo hacia Fermín y
    Leoncio.) ¿Y la señora? ¿Se fue? Lo supongo. Por aquí, ¿verdad? (El primero derecha.) Como si lo viera. ¿Que si
    voy a llamarla? Sí. (Señalando a Leoncio y mirándole.) Éste va a ser el criado nuevo, ¿no? Pues por la pinta no
    me parece gran cosa. ¿Que sí lo es? ¡Ah! Bueno, por eso... Aquí lo que nos hace falta es gente lista. Ahí os
    quedáis. (Inicia el mutis.) ¿Decíais algo? ¿Sí? ¿El qué? ¿Que no decías nada? ¡Ah! Bueno, por eso... (Se va por el primero derecha.)

    ENRIQUE JARDIEL PONCELA
    ELOÍSA ESTÁ DEBAJO DE UN ALMENDRO

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