El caníbal de Nueva York y la libertad de expresión
Un buen día de Septiembre Kathleen Mangan-Valle abrió su computadora y se dio cuenta de que su esposo, un oficial neoyorquino, había visitado un sitio de pornografía hardcore; al dar click, se encontró con la foto de una mujer muerta, la pesadilla apenas comenzaba.
Cuando Kathleen buscó en el historial del chat se dio cuenta de que su esposo, Gilberto Valle, se había comunicado con otros y habían planeado torturar y asesinar mujeres, incluida ella misma. Kathleen contó su terrible experiencia en medio de lágrimas y un llanto tan intenso que se tuvo que ordenar receso durante el juicio dos veces.
“Eso no era pornografía”, le dijo Kathleen a la defensora de su esposo, Julia Gatto, en un emotivo primer día de juicio, “eso era gente muerta, no sé por qué lo sigue llamando pornografía”.
Julia Gatto le dijo al jurado que su cliente, Gilberto Valle, “sólo buscaba compartir fantasías sexuales extremas con gente de mente abierta como él”, algunos de los 38 000 registrados en la web que atiende las oscuras necesidades de aquello interesados en sexo, asfixia y canibalismo. La abogada de la parte acusadora, Hadassa Waxman, le preguntó a Kathleen qué había encontrado luego de que pusiera un aparato para rastrear los sitios a los que su esposo accedía y lo que escribía en sus mails y chats. “Me iban a atar y me cortarían la garganta y se divertirían mirando como la sangre manaba de mí… sólo porque yo era joven”, dijo.
Kathleen también descubrió planes que pretendían poner a una de sus amigas en una gran maleta y arrojarla de un edificio. Otras dos mujeres “iban a ser violadas una frente a otra mientras otra sería rostizada viva” dijo Kathleen. Los planes en las conversaciones eran muy específicos con los nombres e itinerarios de mujeres reales; entre esas conversaciones se encontró un plan para cocinar a una mujer muy lentamente.
Gilberto Valle, que también lloraba en el juicio, es acusado de planear un secuestro y de uso no autorizado de las bases de datos de la policía, que, según la parte acusadora, el policía usaba para construir una base de datos de posibles víctimas.
La defensa dice que sus discusiones en línea eran apenas inofensivas fantasías pero los abogados acusadores dijeron que “mujeres muy reales” habían sido puestas en peligro. La defensa sin embargo argumentó algo muy interesante y que resulta ser el meollo del asunto: Gatto afirmó que su cliente nunca trató de secuestrar a nadie “no pueden encerrar a la gente por sus pensamientos incluso si esos pensamientos son enfermos”.
Así que un fetiche estadounidense más entró en discusión, el de la libertad. Gatto afirmó, es en casos como éste en donde nos encontramos con los sólidos principios de “libertad de pensar, libertad de escribir, libertad de hablar”.
A pesar de la terrible experiencia de la mujer, el debate es interesantísimo pues participa de una cuestión difícil. Planear el secuestro de alguien es un delito pero esta planeación está cobijada por una red en donde los usuarios comparten sus fantasías. Entonces ¿esa planeación es fantasía? ¿Es de verdad este hombre un peligro, o sólo alguien muy enfermo? Todo parece quedar en los detalles, en lo específico de los datos recabados por Valle y sus amigos, que hacen pensar que esto tal vez no quedaría en la ficción pero, una vez más, en the home of the brave, la libertad es la fantasía numero uno.
Fuente
- Spoiler: