Vale, se ha hablado en multitud de ocasiones esto de crear algo común, hacer una especie de juego.
Pues bien, aquí va mi propuesta... Para aquellos con dotes para la escritura que disfrutan regalando imaginación.
Se trataría de crear una historia entre todos los que decidan tomar el relevo.
Empiezo yo por ejemplo contando algo con un protagonista. Y el que sigue, el que decide retomar la historia, incorpara otro personaje, pero añadiendo al personaje anterior y sumándolo a la trama, es decir, ya habría 2 protas. El siguiente que retome la historia, incorporará otro, pero echándose a la espalda los dos personajes anteriores, y así sucesivamente. Es fácil no?
REGLAS:
1º La historia puede redirigirse al género y el estilo que cada uno considere, pero siempre respetando la personalidad que los diferentes autores le dieron a sus personajes. Es decir, que si por ejemplo en mi historia mi personaje es un niño con tendencia a la depresión y el ánimo por los suelos, o lleva un pañuelo anudado al cuello, o lo que sea (cualquier rasgo físico o de caracter), los escritores que continuen la historia deberán ser fieles a la personalidad de los anteriores protas. Ahí consiste uno de los retos, y conseguir crear algo genuino.
2º De entrada las aportaciones de uno y otro empezarán siendo breves, es decir, 2 o 3 párrafos como mucho, para que esto no se haga demasiado fatigoso. Conforme unos y otros se vayan incorporando y continuando la historia, tendrán que llevar consigo a los diferentes personajes anteriores (o al menos nombrarlos una sola vez), de esta forma, cada aportación empezará a ser cada vez más extensa.
De ahí el nombre del juego, "La familia crece".
3º Enumeren su aportación. Quiero decir, si empiezo con un "Capítulo 1", luego viene el 2, ya me entienden...
4º Podéis repetir las veces que se quieran, pero no seguido, después de vosotros tiene que escribir alguien más, y a continuación ya tenéis vía libre.
No se me ocurren más cosas, pero si alguien quiere añadir alguna regla que haya que considerar, puede hacerlo abajo de su aportación literaria, en una posdata para preguntar o aclarar cosas. Hombre, lo digo para no romper la cadena.
Bien, empiezo a improvisar, que es lo divertido de esto. Agárrense porque esto comienza. Espero que vosotros hagáis de esto algo publicable. Que no se diga que en este foro no hay gente con talento.
De los aleros del tejado todavía caían gotas.
Después de casi dos semanas de duro aguacero, Andy Larsen decidió que aquel debía ser el día. Las cosas no podían retrasarse más.
Se asomó a la ventana y, llenando de vaho el cristal, contempló el cielo gris a escasos minutos del alba. Más allá de la lejana hilera de casas, el campo aparecía embarrado.
Cogió una mochila con todas las cosas útiles que un niño debe llevar consigo en su primera aventura, y la colocó encima de la cama. Encima de ésta, sobre el edredón, Cisco lo miró con esos ojillos brillantes que solían conferirle ese aspecto de abandono, y le maulló lastimósamente.
-Tranquilo, ¿crees que me iba a olvidar de ti?
Agarró a Cisco y lo metió en la mochila, con una ligera abertura para que el animal respirase. Se la colocó a la espalda y, haciendo una breve parada por la cocina para coger pan, algo de fiambre y un par de manzanas, salió por la puerta de atrás sin hacer el menor ruido. Atrás quedó el destartalado edificio. En el orfanato nadie lo echaría en falta.
Mientras la gente en el pueblo aún dormía, atravesó campos de labranza y aldeas contiguas. Cuando llegó a la estación, se internó en los andenes y, estudiando los trenes, se metió en un vagón de carga lleno de pilas de heno. Solo entonces, Andy se relajó un poco, acomodándose entre el heno. A sus nueve años, el chico era tan temerario como estúpido e incauto, pero pronto los avatares del destino le enseñarían la realidad de la vida. Llevaba meses planeando el viaje, ahorrando cada centavo que conseguía a base de favores. De un modo u otro, nada quedaba ya para él en aquella tierra.
Cuando, una hora más tarde, el tren se puso en marcha hacia ese destino incierto -en la mente del niño, "el mundo de ahí fuera"-, Andy sacó a Cisco de la mochila y se lo colocó en su regazo. El gato lo miró intranquilo, inquieto ante el traqueteo.
-Ya estamos en marcha, amigo. Primero, la gran ciudad. Después, el mundo... -dijo el crío ridículamente solemne, respirando el aire de la mañana con una amplia sonrisa-. Ahí vamos... Ahí vamos...
A través de la compuerta del vagón, la campiña verde se sucedía deprisa como una hermosa y bucólica postal en movimiento.
Pues bien, aquí va mi propuesta... Para aquellos con dotes para la escritura que disfrutan regalando imaginación.
Se trataría de crear una historia entre todos los que decidan tomar el relevo.
Empiezo yo por ejemplo contando algo con un protagonista. Y el que sigue, el que decide retomar la historia, incorpara otro personaje, pero añadiendo al personaje anterior y sumándolo a la trama, es decir, ya habría 2 protas. El siguiente que retome la historia, incorporará otro, pero echándose a la espalda los dos personajes anteriores, y así sucesivamente. Es fácil no?
REGLAS:
1º La historia puede redirigirse al género y el estilo que cada uno considere, pero siempre respetando la personalidad que los diferentes autores le dieron a sus personajes. Es decir, que si por ejemplo en mi historia mi personaje es un niño con tendencia a la depresión y el ánimo por los suelos, o lleva un pañuelo anudado al cuello, o lo que sea (cualquier rasgo físico o de caracter), los escritores que continuen la historia deberán ser fieles a la personalidad de los anteriores protas. Ahí consiste uno de los retos, y conseguir crear algo genuino.
2º De entrada las aportaciones de uno y otro empezarán siendo breves, es decir, 2 o 3 párrafos como mucho, para que esto no se haga demasiado fatigoso. Conforme unos y otros se vayan incorporando y continuando la historia, tendrán que llevar consigo a los diferentes personajes anteriores (o al menos nombrarlos una sola vez), de esta forma, cada aportación empezará a ser cada vez más extensa.
De ahí el nombre del juego, "La familia crece".
3º Enumeren su aportación. Quiero decir, si empiezo con un "Capítulo 1", luego viene el 2, ya me entienden...
4º Podéis repetir las veces que se quieran, pero no seguido, después de vosotros tiene que escribir alguien más, y a continuación ya tenéis vía libre.
No se me ocurren más cosas, pero si alguien quiere añadir alguna regla que haya que considerar, puede hacerlo abajo de su aportación literaria, en una posdata para preguntar o aclarar cosas. Hombre, lo digo para no romper la cadena.
Bien, empiezo a improvisar, que es lo divertido de esto. Agárrense porque esto comienza. Espero que vosotros hagáis de esto algo publicable. Que no se diga que en este foro no hay gente con talento.
Capítulo 1
De los aleros del tejado todavía caían gotas.
Después de casi dos semanas de duro aguacero, Andy Larsen decidió que aquel debía ser el día. Las cosas no podían retrasarse más.
Se asomó a la ventana y, llenando de vaho el cristal, contempló el cielo gris a escasos minutos del alba. Más allá de la lejana hilera de casas, el campo aparecía embarrado.
Cogió una mochila con todas las cosas útiles que un niño debe llevar consigo en su primera aventura, y la colocó encima de la cama. Encima de ésta, sobre el edredón, Cisco lo miró con esos ojillos brillantes que solían conferirle ese aspecto de abandono, y le maulló lastimósamente.
-Tranquilo, ¿crees que me iba a olvidar de ti?
Agarró a Cisco y lo metió en la mochila, con una ligera abertura para que el animal respirase. Se la colocó a la espalda y, haciendo una breve parada por la cocina para coger pan, algo de fiambre y un par de manzanas, salió por la puerta de atrás sin hacer el menor ruido. Atrás quedó el destartalado edificio. En el orfanato nadie lo echaría en falta.
Mientras la gente en el pueblo aún dormía, atravesó campos de labranza y aldeas contiguas. Cuando llegó a la estación, se internó en los andenes y, estudiando los trenes, se metió en un vagón de carga lleno de pilas de heno. Solo entonces, Andy se relajó un poco, acomodándose entre el heno. A sus nueve años, el chico era tan temerario como estúpido e incauto, pero pronto los avatares del destino le enseñarían la realidad de la vida. Llevaba meses planeando el viaje, ahorrando cada centavo que conseguía a base de favores. De un modo u otro, nada quedaba ya para él en aquella tierra.
Cuando, una hora más tarde, el tren se puso en marcha hacia ese destino incierto -en la mente del niño, "el mundo de ahí fuera"-, Andy sacó a Cisco de la mochila y se lo colocó en su regazo. El gato lo miró intranquilo, inquieto ante el traqueteo.
-Ya estamos en marcha, amigo. Primero, la gran ciudad. Después, el mundo... -dijo el crío ridículamente solemne, respirando el aire de la mañana con una amplia sonrisa-. Ahí vamos... Ahí vamos...
A través de la compuerta del vagón, la campiña verde se sucedía deprisa como una hermosa y bucólica postal en movimiento.
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