por Quintiliano Keith Sáb Mar 30, 2013 4:22 pm
De La palabra Rabia (Denes, 2005), Pedro Montealegre (Santiago de Chile, 1975) inventa lo que sigue:
Tómale el pulso: el aire pega: Ta-tá, Ta-tá. Ritmo de qué,
-caliente, rojo, golondrino de axila, hedor de testículos, azufre, hollín,
mango de cacerola expuesto a la llama. En la fiesta: transe: ¿sí o no?
-sobre el miedo- transidos, transar la fuga: chico contra la azucena:
friega, friega. La muerte es así. Era guadaña. Refriégate contra ella.
Tú viste eso: yo vi una azucena totalmente afilada. Un ángel salió
del vapor bostezando: Ángel, gira; yo soy condensar: gotas en vidrio,
tapa de olla al retenernos en Qué: ah, el hambre -sola para la sal,
tonta para tentar. Comida. Comida -Apréstate, ahí: están los peces:
se disputan la mosca. Sobre el agua, desde de la orilla, me come el pez
-abre la jeta -lo negro es cosmos, ¿lo adivinas tú? Allí, sobre el cielo,
desde el globo vacío, me zampo: ¿Qué? Una célula es Qué -la calle es igual.
Si decimos roto, lo roto viene y dice: ¿Qué? Y la Q abre una grieta
-y áspera. Del pliegue, un lisiado sale. Enseña: mira mi pata de madera.
Decimos madera: aludida viene y dice: ¿Qué? Y en la Q hay filiar
-velo enredado, un cordero en la zarza, hijo de Abraham- di: ¿No se llama
madreselva, acaso, ese tejido antiguo? Se llama luz -partiendo la nube,
gran insectario- alfiler para un grillo. El cielo era negro. Y yo dije, tú,
color de asesinados -manual de anatomía: todo traslúcido- Desaparecer,
di Pedro apareciendo. Manuel preso en ojos: manos de tierra
para ser deshechas. Cuentas de vidrio los ojos de pez -tus ojos, ¿qué hunden?-no,
no: llanto. ¡No! O reconocerlos lisiados: un niño, dime, ¿qué hace un niño
escondido en un muerto? Cuajo de plumas: era sarna lo que picó
la línea buena de tu mano; harina la protuberancia abierta de tu omóplato.
¿Nos confundimos con ángeles? No, moscas: larvas. Sanguijuelas.
Nos volvemos bichos. Y si miramos al pez desde afuera, en la orilla
-él salta, nos come. Se come. Se atraganta. Ja Ja: su espina. Ja Ja: su espina
era necesaria: o la inanición. Ja Ja ¿Nación? Perros de ciudad, hum: nutricios.
No, no. En el pueblo nunca se han visto perros. Un ladrillo de luz
te golpea el labio. Del Paf un grito escapa diciendo: ¿Qué se rompió?
Esa Q controlada, que baile, que baile. Dime esa Q que engloba la fuga
del ruido Paf. Yo sueno -sano- y mendigo el pulso. Ta-tá, Ta-tá, palpita ésa,
la irresistible guadaña -hoy día, azucena.. ¿Dónde estás? ¿Qué hedor
te consume ahora? Si te hierve algo, ¿adónde irá el resoplido?
Una célula está. Un niño lisiado también está -un sonido inaudible
lo corta en sílabas. El corte -sabemos- se inclina a parir. Cortaron, Manuel.
Cortaron, Pedro. Y vino el corte y dijo: ¿Quién me llamó? Unas membranas
haciéndose músculo, dijeron -músculo: a través de esa Q, yo nací sin días.
Tras el hambre, unos hombres se asomaron a la orilla. Boca de pez, boca de fe,
reflejo y reflujo. Lo decían ellos: yo sé lo que hubo. Países celestes,
decolorados con flama, dialéctica de llamar al hueso: digan, quién fue el nacido
que te sacó de cuajo ¿Hubo guadaña? El cuajo, el crujido dicen yo y yo.