Berlín, octubre de 1989. Unos días antes de la caída del Muro, la madre de Alex, una mujer orgullosa de sus ideas socialistas, entra en coma. Cuando despierta ocho meses después, su hijo hará lo posible y lo imposible para que no se entere de que ya no existe su querida Alemania Oriental, para que no sepa que está viviendo en una Alemania reunificada y capitalista. Su objetivo es convertir el apartamento familiar en una isla anclada en el pasado, una especie de museo del socialismo en el que su madre viva cómodamente creyendo que nada ha cambiado.
Ésta es una de aquellas películas que uno le guarda un cariño especial gracias a unos personajes bien caracterizados y a una trama peculiarmente interesante, combinando bien el drama de un momento crítico -tanto a nivel de transición política y tal, como a nivel personal de los personajes- con las situaciones cómicas que se dan en un cúmulo de improvisaciones, historias azarosas que giran sobre el personaje de la madre de Alex, protagonista de la película, quien se hará cargo de ella en su delicado estado de salud.
Hago una mención especial a una banda sonora que viene de la mano de Yann Tiersen; unas composiciones muy elaboradas que se hicieron un rincón entre mis BSOs favoritas.