El Hijo del Desaparecido
No tengo un nombre que merezca ser recordado, ni tengo nada de lo que jactarme. Soy el despojo de una familia célebre, he nacido de una gran historia, pero no hubo para mi ningún papel en ella. No hay mayor desgracia para un joven que ser como yo, heredero de logros célebres, pero sin ninguna participación en ellos.
No hay nada peor que ser hijo de un héroe, estoy seguro de que lo saben. y sobre todo, les habrán dicho que no hay nada peor que ser el hijo de un héroe muerto. El héroe muerto es insuperable, no importan cuantas hazañas cometa uno, la figura del padre siempre estará por encima, siempre como una meta inalcanzable, como un rival que no se puede superar, porque es un mito, y ninguna verdad, eso lo sabemos todo, supera a los mitos.
Pero yo les puedo decir que hay algo aún peor que ser el hijo de un héroe, y aún de un héroe muerto. Lo peor es ser hijo de un héroe desaparecido. No hay castigo más terrible que ese... Tener noticias inciertas, ver dolor e incertidumbre en el rostro de tu madre, que se teje y desteje, y no ser capaz de levantar nada sobre él. El héroe desaparecido es una duda, es algo que existe y no, se cierne sobre uno como la maldición eterna de un acertijo. Ni la peor de las cárceles podría mantenerme tan detenido como la difusa figura de mi padre perdido en altamar.
Seguro ya saben quien soy, da igual, sólo pasaré a la historia como el niño inmovilizado, pequeño, indefenso, incapaz de proteger a su madre, incapaz de suceder a su padre. El niño eternamente amenazado por una jauría hambrienta de hombres voraces. Soy el hijo de la guerra de Troya, el exponente perfecto de una generación perdida y desolada. Seremos la desidia y el destrozo, las ruinas de nuestros progenitores. Cae sobre nosotros, los hombres, la maldición de nuestro padres guerreros, y sobre las muchachas, de sus madres de belleza irreal e inmerecida.
Mi nombre es Télemaco, hijo de Odiseo, el hombre de las mil tretas, y de Penélope, dulce y fiel tejedora, príncipe de Ítaca. Pero esto no es importante, podría ser el hijo de Agamenón... o Hermione, la hija de Helena, podría ser hijo de Diómedes, de Aquiles o de Ayax, incluso podría ser un hijo de soldado anónimo y valiente... Todos ellos son mis hermanos, los hijos del griego,del desaparecido, los hijos de la violencia indirecta y atroz de la ausencia. Cada uno tendrá sus diferencias, cada uno lo vivirá de diferente manera, algunos matarán a sus madres infieles, otros, como yo, vivirán con la figura de su madre esclavizada para siempre a una rueca producto de la fidelidad, pero todos ellos pueden identificarse con mis palabras, todos somos hijos de la soledad.
Crecimos con el odio corroyendo nuestro cuerpo, sin mañana, sin salida. No hay para nosotros esperanza alguna, ya nos perdimos. ¿Odio a qué? Odio a todo, a nuestro padres por desaparecer, y a los troyanos, odio hacia las madres que esperan pacientes, y odio hacia las madres infieles, odio, siempre a los niños que tienen familia, y odio a Menelao y Helena. El odio y el rencor nos definen, y en nuestro camino oscurecido y sin salidas, quedaremos como seres anónimos, las vícitmas que nadie recordará. Fuimos tan derrotados nosotros como los troyanos, es la misma muerte la que nos está rondando.
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Lo escribí para un concurso hace tiempo, espero que les guste....