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Tezcatlipoca, es señor del cielo nocturno y de la tierra, fuente de vida, tutela y amparo del hombre, origen del poder y la felicidad, dueño de las batallas, omnipresente, fuerte e invisible, a la vez creador y a la vez destructor, dios de la pureza y el pecado, inventor del fuego, patrón de los príncipes y guerreros.
El lado norte del universo se identificaba con el Mictlán, región del reposo, y se llama Mictlampa, rumbo de los muertos. Se asocia con el color negro, con la imagen del Técpatl o cuchillo de pedernal, señor del lado norte del universo (es una región árida por donde soplan los vientos fríos del Mictlán).
Es un protector que tiene el don de la Omnipresencia. Su atributo principal es el espejo que humea, su disfraz es el Jaguar, el que va al corazón de la montaña (Tepeyolohtli) y su emblema un cuchillo de obsidiana, que representa el viento negro y cortante, como las palabras que quitan la armonía del entorno y la comunicación cuando no se emplean adecuadamente. Es junto a Quetzalcóatl quien dio origen al mundo.
Su gemelo opuesto es Quetzalcóatl, la sabiduría del sacerdote que no puede ser alcanzada sin antes no haber encarnado dentro de nosotros los otros Tezcatlipoca o soles interiores (negro, azul y rojo). Quetzalcóatl es entendido por nosotros como el dios blanco de la pureza, que en si mismo representa la consciencia Iluminada en su paso hacia la conciencia solar (lo mortal a lo divino, la serpiente y las plumas), libre de los grilletes, de los vicios y apegos del yo humano.
En la región del Mictlampa, es donde mora el señor de la noche el gran dios negro YayauhquiTezcatlipoca Yaotl, señor de la muerte, omnipresente fuerte e invisible, el lado oscuro del ser, el despertar en la cripta, es el reflejo del fuego oscuro en el espacio, maestro interno guardián del umbral, el que sabe lo que cada quien necesita, el que pone aprueba al hombre y lo fortalece, el dios oculto, el sol detrás del sol.
Moyocoyani, “el creador de si mismo” era otro nombre que este dios recibía, es el poder divino que nos forja desde adentro, la esencia eterna que mora en lo profundo del ser y que lucha por expresarse, por manifestarse, por auto-construirse, su meta divinizar al ser humano, trascender los limites de lo mortal hacia lo perenne.
Tezcatlipoca ha tomado como Tótem-nahual al Jaguar, sus múltiples manchas nos recuerdan a las estrellas del manto nocturno, y su color amarillo no hace mas que evocar al dorado del sol (el sol que brilla durante la noche), es un dios de la esfera solar, sin su inspiración mágica (es también el creador de la música) nos seria imposible llegar al despertar de la conciencia.
El camino del jaguar es el camino del guerrero, los grandes dioses se vestían con pieles de jaguar para simbolizar su fuerza, sabiduría y poder, el jaguar es un animal nocturno y sigiloso, tan místico como el mismo Tezcatlipoca, las filas de guerreros águilas provenían de lo templos de lo guerreros jaguar, la luz proviene de la noche (el caos primigenio) y sin las tinieblas la luz jamás brillaría tan hermosamente como lo hace el sol al medio día.
Sus representaciones eran pintadas con un tipo especial de tintes con reflejos metálicos. Solía aparecer representado con una franja negra en el rostro y un espejo de obsidiana en el pecho, donde veía todas las acciones y pensamientos de la humanidad y del cual brotaba un humo que mataba a sus enemigos.
La condición de espejo resume a Tezcatlipoca, los contrastes y dualismos presiden todas sus funciones, también es representado con una franja negra en el rostro y en una pierna muestra un hueso expuesto donde debería estar el pie, como un jaguar, el que va al corazón de la montaña (Tepeyolohtli), fuerza interna de la Madre Tierra. Su emblema es un cuchillo de obsidiana, que representa el viento negro y cortante.