Líderes de las sangrientas pandillas Mara Salvatrucha (MS-13) y Mara 18 (M-18) de Honduras pidieron este martes perdón a los hondureños por sus crímenes y se manifestaron abiertos a una tregua para poner fin al terror que siembran en las barriadas de las principales ciudades.
Cabecillas de ambas pandillas comparecieron por separado ante la prensa en el Centro Penal de San Pedro Sula, segunda ciudad de Honduras, 240 km al norte de la capital, con la presencia de los mediadores, el obispo de la ciudad, Rómulo Emiliani, y el representante de la Organización de Estados Americanos (OEA), Adam Blackwell.
"Queremos ante Dios pedir perdón a la sociedad si en algún momento hicimos daños, pedir perdón también a nuestras autoridades (...) lo que queremos es trabajar, lo que queremos es paz con Dios, paz con nuestra sociedad y las autoridades", afirmó uno de los miembros de la MS-13, que se identificó como "Marcos".
Con los rostros ocultos por pañuelos, los líderes pandilleros reafirmaron su voluntad de abrir un diálogo con las autoridades para poner coto a la espiral de violencia, que hace de Honduras el país con el mayor índice de homicidios del mundo.
El diálogo "es una semilla que se está sembrando y se espera que sea un árbol que dé buen fruto", subrayó otro de los pandilleros, quien dijo llamarse Isaac Rageda, integrante de la MS-13, quien anunció como gesto de buena voluntad la donación a un asilo de ancianos de unas camas fabricadas por ellos en el taller de carpintería de la prisión.
"No pedimos que nos regalen, pero sí que nos ayuden. La tregua, el perdón, es hacia Dios primeramente y luego hacia las autoridades. La sociedad debe ver que nosotros queremos un cambio", añadió Rageda.
Por su parte, un miembro de la M-18, que rehusó mencionar su nombre dijo que "venimos en son de paz, de pedir perdón a la sociedad".
"Esto es un principio de todo un proceso de diálogo" para "mermar la violencia", aseguró otro miembro de la M-18.
"Les damos la palabra de que si el gobierno nos escucha, nos da fuentes de empleo, nos dan nuestros derechos y nos atienden, podemos seguir hablando", señaló.
El presidente Porfirio Lobo manifestó el lunes a periodistas locales que el gobierno está dispuesto "a apoyar en todo lo que sea necesario" a los mediadores, el obispo Emiliano y el delegado de la OEA, Adam Blackwell. Con el apoyo de Blackwell, que también apadrinó una tregua entre pandillas de El Salvador, el obispo de San Pedro Sula había iniciado hace unos meses, en forma discreta, un esfuerzo para acercar a las dos pandillas en Honduras.
"Todo esto es un proceso bien extenuante, agotador, de mucha paciencia y de muchas frustraciones", aclaró Emiliani en una entrevista a la prensa local el lunes.
"La OEA va acompañar el proceso (en Honduras) al igual que aquí (en El Salvador)", declaró Blackwell el lunes en San Salvador, desde donde viajó a San Pedro Sula.
Según expertos en seguridad, en Honduras la lucha es más cruenta que en El Salvador, por peleas de territorios, cobro de "impuesto de guerra" y vínculos con cárteles del narcotráfico, tráfico de armas, robo de vehículos y sicarios, lo que complica una tregua.
Desde el 2002, con la aplicación de la llamada ley antimaras, los principales líderes y cientos de miembros de las dos pandillas MS-13 y M-18 están recluidos en las principales prisiones de Honduras, incluyendo la Penitenciaría Nacional (PN), situada a 25 km al norte de la capital, y en el penal de San Pedro Sula, donde las autoridades los mantienen en celdas separadas.
Honduras ocupa el primer lugar del mundo en homicidios, con una tasa anual de 85,5 por cada 100.000 habitantes, en gran parte atribuidos al narcotráfico y a las pandillas.
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