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Puerto de eternautas


    AMOR Y ODIO EN LA UNIÓN EUROPEA I

    Abyss
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    AMOR Y ODIO EN LA UNIÓN EUROPEA I Empty AMOR Y ODIO EN LA UNIÓN EUROPEA I

    Mensaje por Abyss Dom Mayo 12, 2013 1:37 pm

    “Era muy fácil ligar con los franceses, y no me extraña: ellas tienen cara de palo”

    “Era súper fácil ligar en Francia. Los franceses flipaban con nosotras porque somos mucho más abiertas. Ligabas casi sin darte cuenta. Tu no estabas flirteando pero los chicos se creían que sí, sólo porque cuando te hablaban les hacías caso y les mirabas a los ojos. Las francesas no miran a los hombres a los ojos cuando hablan. Son unas rígidas, hablan con mucha soberbia, tienen un palo de escoba metido en el culo. Las españolas somos más abiertas, y eso no ha cambiado”.

    La Unión Europa está en crisis. El descreimiento popular respecto de sus instituciones es creciente, aumentan los discursos que piden que la unión se rompa, los británicos insisten en que no hay futuro para una Europa común, y la división entre norte y sur es cada vez más intensa en el Viejo continente. Y no se trata sólo de un sentimiento presente en ámbitos institucionales. Los estereotipos más perjudiciales están reproduciéndose con una intensidad preocupante, de modo que españoles, italianos, portugueses y griegos somos tachados de vagos y perezosos que vivimos estupendamente a costa del sacrificio de los laboriosos nórdicos y, al mismo tiempo, como efecto boomerang, acusamos a los ciudadanos del norte de frígidos, cabezas cuadradas y explotadores que nos están sangrando al llevarse nuestros recursos.

    Europa se rompe, los lazos parecen estar desatándose para siempre, pero hay algo que resiste. Todavía hay algo que nos une, como son las relaciones amorosas. Y en ese terreno, como bien subraya la experiencia que narra Paloma, una madrileña ex residente en Francia, los bonos del amor españoles cotizan al alza en las plazas europeas. Los tiempos cambian. Los españoles éramos esos tipos simpáticos que acababan de sumarse a la democracia y que estaban creciendo como campeones, que tenían ciudades bonitas donde nadie dormía y que eran el destino ideal para los Erasmus. Ahora somos gente que habita en ciudades sucias, que escarba en la basura para encontrar comida y que pasa los días tumbados al sol.

    Pero la inversión no sólo se ha producido para mal: si en los tiempos del landismo militábamos en la tercera división del amor, el carácter y la fogosidad de españoles y españolas hace que seamos mucho más apreciados y que nos hayamos convertido en targets de los inversores en placer europeos. Nuestra tasa de interés está siempre alta, y eso es algo que nuestros compañeros de viaje continentales aprecian especialmente.Como afirma Blanca, residente en Escocia, los británicos no son para nada euroescépticos en el tema amoroso:

    “No he encontrado grandes diferencias respecto a la forma de ligar de aquí y de allí. Lo único que he visto distinto es que aquí los tíos no tienen tanto miedo como en España a ser cariñosos físicamente y de palabra. Vamos, que para mí aquí los tíos son como las tías en España y las tías son los tíos. Es como si ellas tuvieran el toro por los cuernos y yo creo que eso al español le intimida y no le mola nada. En España los tíos tenéis esa cosa de que vosotros sois los machos y aquí las tías son (en general) unas calentonas, van a saco y por lo que cuentan amigos españoles de aquí, es un tipo de mujer que no les atrae mucho. Yo creo que estamos bien situados porque nos tienen como gente abierta y fiestera”.

    Así lo certifican también las encuestas. Según Lovegeist, el estudio realizado por el instituto internacional TNS en Alemania, Francia, Holanda, España, Bélgica y Escandinavia para la empresa de online dating Meetic, los españoles estamos entre los más ligones de Europa, sólo superados por los italianos.

    Asimismo, y esta es una cualidad por la que se nos valora espacialmente, los españoles somos los más caballerosos de Europa (según el estudio, el 97% están encantados de tener detalles y el mismo porcentaje de mujeres están encantadas de que las traten galantemente).

    El poder de los estereotipos

    Lo cierto es que, aunque a veces pensemos lo contrario, compartimos un buen número de creencias y de actitudes con los europeos. Así lo cree el psicólogo Luis Muiño, que señala, que lo que nos falla, en realidad, es la práctica: “Desde el registro emic, el de las creencias, bien puede decirse que nuestros patrones de enamoramiento y de relación son muy similares y que estamos convencidos de que debemos abordar nuestra vida de pareja desde la igualdad y la apertura sexual, y siendo conscientes de la importancia que tiene la comunicación para que las cosas vayan bien. Si preguntas a la gente, un 90% te dirá que está de acuerdo, y da igual que viva en Cádiz que en Estocolmo. Pero desde el punto de vista etic, esto es, desde lo que dicen los datos, la realidad es que hay muchísima diferencia, y que ese tener en cuenta la honestidad, la comunicación y el diálogo continuo es más frecuente, por así decir, en Estocolmo que en Cádiz. Esa idea de que una mentirijilla puede considerarse la salsa de la relación puede funcionar en España, pero no en Suecia”.

    En ese contexto, lo que sí está teniendo mucha importancia en el nivel etic, el de la vida real, son los estereotipos. “Creemos, por ejemplo, que la posibilidad de plantear una relación sexual es más fácil con una alemana o con una finlandesa que con una española, y probablemente sea cierto, a tenor de lo que cuentan quienes residen en esos países, pero eso no es todo. Las relaciones son más amplias. Probablemente en el ritual de cortejo las alemanas son más abiertas, pero en el nivel de tirón erótico lo son menos. A una alemana le puedes parecer guapo y puede expresar cierta indiferencia. Cuando a una española le pareces guapo, le salen frases como ‘te comería’. La española es más ardiente en ese sentido”.

    Hay una investigación muy significativa, señala Muiño, que se realizó durante la Segunda Guerra Mundial entre soldados americanos en Gran Bretaña. Estos creían que las británicas eran muy promiscuas, y ellas pensaban igual de los estadounidenses. Y esa sensación se daba precisamente por la fuerza de los estereotipos ya que para las británicas dar un beso no era gran cosa, pero acostarse con alguien eran ya palabras mayores, mientras que para los americanos que una chica les besase era mucho más complicado, pero una vez que lo conseguían, era muy rápido conseguir que la chica hiciera el amor con ellos.

    Los estereotipos funcionan, en este caso a favor de los españoles. Pero también porque hay elementos objetivos que señalan nuestras diferencias.

    Nosotros, junto con los franceses, asegura el estudio Lovegeist, somos los que más buscamos estabilidad en la pareja. Hay un 40% que asegura haber tenido una relación que haya durado entre 5 y 25 años, y somos además, los que tenemos un menor porcentaje de personas que declaran no haber tenido nunca una relación duradera.

    Los noruegos, miembros de un país que no figura entre los integrantes de la Unión Europea, son quienes buscan menos relaciones estables. El 17% de ellos afirma no haber tenido nunca una relación duradera.También somos los más decididos a la hora de dar el paso hacia el siguiente nivel de la relación. Cuando las cosas van bien, queremos más.

    Según Lovegeist, si los europeos solemos explicitar nuestra intención de consolidar la pareja, somos los españoles los más decididos a hablarlo. Una de las opciones preferidas para que la relación se afiance es hacer un viaje juntos.

    Son los franceses, sin embargo, los que más utilizan la expresión “te quiero” para ir más allá en la pareja. Los noruegos, una vez más son los más fríos en este sentido. Eso sí, no estamos muy dispuestos a dejar el cepillo de dientes en casa de nuestra pareja o cambiar al estado de Facebook hasta que la relación no está ya muy avanzada.

    Un tercer factor que nos hace ser apreciados, según el estudio Lovegeist, es que solemos ser más espléndidos que nuestros hermanos europeos a la hora de pagar la cuenta. Los alemanes, por el contrario, piensan que el gasto de la cita debe ser compartido. Cada uno lo suyo…

    Nuestra generosidad, fogosidad y mayor tendencia a aceptar el compromiso son valores que puntúan alto. Como cuenta Jan, español residente en Bélgica, “los españoles tenemos fama de alegres, de fiesteros y de buenas personas. Dos cosas en concreto me han llamado la atención desde que vivo en Bruselas: todo el mundo cree que siempre dormimos siesta y que no madrugamos. Pero aparte de esto, estamos bien considerados y en general es relativamente fácil hacer amistades. Comparados con el ritmo de vida de muchos europeos, en general los españoles sacamos más tiempo al día para socializar (aunque sea a costa de dormir menos). Nos perciben como cálidos e incluso ‘calientes’, y valoran mucho la simpatía que creen que tenemos”.

    En resumen, nos valoran mucho en lo humano, en lo afectivo y en lo sexual. Pero esos estereotipos que nos valen en lo amoroso, se vuelven de color negro cuando sale a escena el asunto económico y laboral…


    Fuente: El confidencial







    Y yo me parto con esto....... hay segunda parte y todo:

    “Los españoles sois unos taberneros”; “Y vosotros sólo venís aquí a mamaros”


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    AMOR Y ODIO EN LA UNIÓN EUROPEA I Empty AMOR Y ODIO EN LA UNIÓN EUROPEA II

    Mensaje por Abyss Dom Mayo 12, 2013 2:08 pm

    jesús es doctor en química. Es uno de los cientos de investigadores que ha abandonado España en busca de un trabajo mejor en Alemania. Está contento con su nuevo empleo, pero en sólo un mes, tal como ha explicado a El Confidencial, se le cayeron los mitos que tenía sobre el país teutón.

    “En serio”, comenta el joven investigador, “lo de que curran más es la mayor mentira que existe en el mundo. En España todo el mundo dice que los alemanes curran más porque tardan muy poco en comer. Aquí comen delante del ordenador porque, para empezar, son asociales. Es cultural. Cuando comemos todos juntos comemos en 20 minutos, se tiran la comida por encima”.¿Y qué hay de su famosa eficiencia? “Yo cuando llego al curro lo primero que hago es mirar el Marca”, reconoce Jesús. “Esta gente llega y se pone a currar, pero es que a las cuatro de la tarde se van a su casa. Aquí a partir de las cuatro solo quedan guiris. Yo concibo que mi vida en el trabajo es parte de mi vida, y me llevo genial con la gente, y estoy de broma y te pregunto por tu fin de semana. Ellos eso no lo ven así. Cuando están en el trabajo están trabajando. Tampoco es que trabajen a tope, trabajan sin más, y no se relacionan entre ellos. Prefieren estar con su familia tres horas más que estar hablando contigo. La realidad es que trabajan menos horas y al mismo ritmo que en España”.

    Pero la realidad no importa demasiado cuando están las creencias de por medio. Da igual que pasemos más tiempo en la oficina o que nuestra carga de trabajo sea mayor, porque lo que de verdad se percibe en Europa, como señala Ismael Crespo, catedrático de Ciencia Política en la Universidad de Murcia, es ese estereotipo según el cual, los españoles somos vagos, nos pasamos el día bebiendo y en los toros y no damos palo al agua. Y esos discursos, según las últimas encuestas, han ido calando como lluvia fina entre la ciudadanía europea.

    Así pueden explicarse actitudes peculiares, como esos gritos (“tabernero español, sucio vago”) que Rafa Benítez, el entrenador del Chelsea londinense, tiene que sufrir todos los domingos”.

    Tal como explica José Ignacio Torreblanca, director de la oficina madrileña del European Council on Foreign Relations, hay que tener en cuenta que “no es lo mismo la imagen del un país que el sentimiento concreto respecto a los ciudadanos de otros países”. El problema surge cuando, como está ocurriendo ahora, acabamos mezclando nuestra opinión sobre una nación, con la que merecen sus políticos o sus ciudadanos.

    “Cuando empiezas a mezclarlo todo y metes en el mismo saco a Merkel, los alemanes y los nazis es cuando las cosas empiezan a irte mal”, apunta Torreblanca.

    Según el politólogo, en este auge del estereotipo han jugado un papel importante los medios de comunicación sensacionalistas, como el Bild en Alemania, que ha orquestado una auténtica campaña en contra de los países del sur de Europa, y los movimientos populistas, xenófobos o radicales, que en países como Reino Unido o Francia han tenido un importante auge.

    Todo ello ha hecho que la crispación entre países crezca.

    Paloma, una joven madrileña que vivió cinco años en París, recuerda que en 2001, cuando llego a la capital francesa, los españoles estaban de moda.

    “Con los franceses había muy buena sintonía. Estábamos empezando a triunfar en los deportes, en la música, en lo económico… Fue la época del éxito de Almodóvar. La gente, cuando se enteraba de que era española, me decía que se sabía de memoria todas las canciones de Ska-P. Todo el mundo estaba aprendiendo español. Ahora las cosas han cambiado por la situación política y económica. Mis amigos franceses me dicen que ‘España está en la mierda’”.

    El eterno discurso de ricos contra pobres

    Los españoles que viven en el extranjero no sólo tienen que luchar por colocar en buen lugar la tan reivindicada Marca España, además tienen que tratar de que no les juegue una mala pasada.

    Ana, una asesora jurídica madrileña, que trabaja en resolución de conflictos, se casó el año pasado con un alemán, que conoció cuando fue a estudiar a Leizpig. Desde que trata con alemanes asegura que sólo ha notado cariño y comprensión, y nadie le ha tachado de vaga. Pero de un tiempo a esta parte está empezando a escuchar cosas que le chirrían:

    “En la prensa se está poniendo a España a caldo. Hay mucha gente que lee muchas cosas y no sabe qué pensar. Mi círculo de amigos son todos universitarios y no se lo creen todo. Preguntan. Pero claro, lo lee cualquier otra persona y se lo cree. El discurso de la gente que no tiene educación, no tiene cultura y no se entera, es que están pagando a la gente los platos rotos de los países del sur de Europa, igual que antes pagaban los de la RDA o los turcos”.

    Esos estereotipos que circulan por la Unión Europea sobre nuestro carácter, y que tan útiles resultan en el terreno amoroso y relacional, se vuelven mucho más oscuros cuando se abordan los planos económico y laboral. En esa mente europea que construyen los medios, estamos muy bien dotados para la pasión, quizá en exceso, porque eso hace que razonemos menos, seamos menos pragmáticos y nos dejemos llevar por lo anímico. Estamos hechos para pasarlo bien, y no para tomar decisiones racionales. Gastamos más de la cuenta y trabajamos menos de lo que debemos…

    Lo curioso es cómo esos discursos terminan reproduciendo viejos estereotipos no ligados a ámbitos estrictamente nacionales, y que están mucho más relacionados con las tensiones entre ricos y pobres. Jesús captó esto a los pocos meses de vivir en Alemania.

    El laboratorio en el que trabaja está en Thüringen, antes parte de la Alemania socialista. Enseguida se dio cuenta de que las tensiones políticas con el oeste son “exactamente iguales” que las que se viven en España entre regiones como Cataluña y Andalucía.

    “Baviera es como Cataluña”, asegura Jesús. “Allí dicen que todo el resto de Alemania son unos vagos, que no trabajan y chupan lo que ellos producen. Los de aquí dicen que son unos chulos. Es la misma historia que en España, los ricos metiéndose con los pobres y viceversa”.

    Esta mala imagen no sólo funciona en Alemania. La alta presencia de españoles jóvenes en países europeos, que han emigrado debido al elevado desempleo de nuestro país, ha hecho que en algunos lugares nos dejen de ver con buenos ojos.

    “Los españoles estamos literalmente invadiendo Escocia, en concreto Edimburgo”, explica Blanca, una maestra española que vive en la ciudad británica. “No deja de comentarse que estamos aquí por los benefits, una ayuda que da el Gobierno si no trabajas o cobras menos de lo que se considera necesario para vivir. Lo que no tienen en cuenta es que ese dinero te da para vivir míseramente. Vamos, que vivir de ese dinero es un suicidio”

    Una clase de acusaciones que se reproducen casi punto por punto en los distintos niveles territoriales, alcanzando a las relaciones entre regiones. Como asegura Ismael Crespo, son las mismas “que profieren los catalanes respecto de los andaluces. Muchos de ellos también piensan que los sevillanos o los malagueños se benefician de su trabajo y que son unos aprovechados que les están sacando la sangre para pagar sus prestaciones del desempleo”.

    La intransigencia pasa factura

    Pero tanto estereotipo no sale gratis: suele regresar como un búmeran hacia quienes los utilizan. Si los países del norte de Europa denigran a los del sur, éstos han comenzado a atizar discursivamente a sus vecinos de más arriba. Los alemanes pueden vivir bien porque los del sur viven mal, de manera que sus insultos no son más que una cortina de humo tras la que se oculta la continua extracción de recursos financieros de la población mediterránea.

    En España, se trata de un fenómeno novedoso, pues la visión que teníamos hasta ahora de los alemanes era muy positiva.

    Tal como explica Mauro F. Guillén, sociólogo de la escuela de negocios Wharton (Pensilvania, EEUU):

    A los españoles, históricamente, nos han caído siempre mal los franceses –por la vecindad, los conflictos agrícolas y la actitud que tuvieron frente al terrorismo de ETA– y los ingleses –principalmente por el conflicto con Gibraltar–, pero los italianos y los alemanes han estado desde hace mucho tiempo entre nuestros países favoritos de Europa.

    Nuestra actitud hacia Alemania, no obstante, está cambiando de una manera vertiginosa.Y eso está llegando a la gente. Jesús tiene claro que la imagen de los alemanes, de tipos serios y cultos no está justificada: “Todos los alemanes han estado en Barcelona y en Baleares. A Madrid han ido pocos y ninguno te va a decir que El Prado es muy bonito. Van a las islas a mamarse y gastarse su pasta en un sitio caluroso”.

    “Mucha gente está empezando a atribuir el que hayamos alcanzado los 6 millones de desempleados a la intransigencia alemana”, explica Guillén, “y creo que tienen razón en parte. Francamente, Alemania está siendo un poco intransigente”.

    Aunque el sociólogo reconoce que Alemania “ya ha dado mucho”, cree que su postura radical respecto a la austeridad es fatal para el conjunto de Europa, incluidos ellos mismos: “Si el país que se puede endeudar con tipos de interés negativos, el país que está fuerte, también está con políticas de austeridad, a ver quién nos salva. No es un país cualquiera, es el mayor socio comercial de España, Portugal, Italia, Francia, Grecia… De todos los países. Si nuestro principal cliente no para de hacer ajustes, me dirás a dónde vamos a parar. Si continúa la política de Merkel… No sé, ¿podría llegar el desempleo en España a los siete millones? Yo creo que sí”.Una fractura europea difícil de cerrar

    En opinión de Torreblanca, la actitud del Gobierno alemán, que “está ejerciendo un poder asimétrico y muy hegemónico”, ha generando un importante resentimiento, que a la larga podría ser dañino para Europa en su conjunto. Tal como explica, “estábamos acostumbrados a una Europa mucho más horizontal, donde siempre se ha dado una imagen de cooperación, aunque no siempre fuera real, y los países parecían iguales. Ahora con la crisis, la economía lo domina todo y el poder económico se convierte en poder político. No hay frenos institucionales que digan que aunque un país tenga el poder económico no debe imponerlo todo políticamente”.

    “Este lenguaje continuo de condicionalidad ha hecho que la Unión Europea sea como el FMI para los Latinoamericanos”, asegura Torreblanca.

    “Ahora entendemos lo que eso significó en esos países, gente que impone desde fuera y a la que nunca puedes contestar, porque no tienes los instrumentos. Es un poco una exageración, porque Europa no es lo mismo, pero ha habido un cambio tan grande del poder con la debilidad de Francia, y la marginación de Reino Unido, que la situación es semejante”.Ana reconoce que no está en la posición de defender a España, pero resume bien el resentimiento del que habla Torreblanca con aquello que les dice a los alemanes cuando le preguntan por España: “Sinceramente, nos estáis jodiendo”.

    ¿A dónde puede llevarnos este aumento del resentimiento y la crispación?

    No lo sabemos, pero sí podemos ver cómo Europa pierde legitimidad a marchas forzadas. “Europa no es un país, no es una nación, y la gente no se identifica con ella como lo hace con su estado”, explica Torreblanca. “Su legitimidad está muy ligada al desempeño económico, a los resultados.

    Como los resultados no acompañan, se deteriora esa legitimidad. Si luego, además, los procedimientos tampoco son muy democráticos, o la gente los percibe como distantes u opacos, se deteriora aún más la situación”.

    La crispación y el resentimiento podrían conducir a una fractura política y social de consecuencias imprevisibles.



    Y en el otro lado del charco, no existe también estas cosas o somos los únicos gilipollas?

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