Lo llamé así porque el color rojo, las palabras con r que lo evocan como sangre y desgarro suelen estar presentes en ellos, igual que la rabia, a veces el rencor. También pueden que encuentren algo de esperanza, un poco de tristeza, y cordilleras cálidas y fuertes protectoras, madrugadas crueles....etc. Bueno, ya lo saben ....
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Antígona Furiosa
Desháganme, desháganme,
arránquenme la piel, y la carne,
desangren todo mi cuerpo,
devoren mi alma, arrójenme,
quemen hasta mi último anhelo,
destruyan hasta mi nombre.
¿Por que no lo hacen?
¿Que detiene su furia, su calumnia,
que les amarra las manos ante mis gritos?
¿No están de su lado las leyes?
¿Qué es esta falsa misericordia?
Su piedad patética no me conmueve,
no mueven en mi más que la sombra del odio,
un asco profundo que se me aloja en la garganta,
si no me matan es porque los carcome la culpa.
¡Ah! Yo nací mujer, nací princesa...,
nací para el amor, no para el odio,
¡Pero ustedes son hombres y el odio manda!
Ustedes enfrentan a los hermanos,
ustedes dan muerte a nuestro amor,
(¡Mis hermanos, mi amor!)
Nací para el amor, y no para el odio,
pero los miro y la juventud se me derrama,
se pudre dentro de mi pecho como un cadáver.
No comeré de su comida en mi encierro,
no tomaré de su agua ni aceptaré un consuelo.
No me verán ceder ante una ley que no es la mía,,
ni ante el rey presuntuoso que la enuncia.
Nací mujer, nací princesa,
nací para el amor, no para el odio....
¡Pero el odio manda!
Y el resto es silencio.
(Este poema habla de la princesa griega Antígona, a quien emparedan viva por haber sepultado a su hermano Polínice estado esto prohibido.
I (A la Verdad)
Intenté ser sincera,
lo intenté y me señalaron,
"eso es lo correcto",
así que viví mi vida
soltando verdades a bocajarro.
Me rompieron la boca una y mil veces,
porque jamás me callé,
jamás me callaron,
me peleé con la tierra entera,
cuando hizo falta desangré mi cuerpo,
porque la verdad, era la verdad,
y yo quería que la verdad prevaleciera.
Me topé con los muros altos,
con la crueldad y la indifenrencia,
con dobles caras y con máscaras,
con laberintos de espejos engañosos,
pero yo sigo con la verdad, y la verdad siempre,
rodeándome y vinculando siempre
mi corazón con mi boca.
Quizás no te guste quién soy, o como soy,
quizás no te guste que te hable
con una verdad roja y desangrada,
y desgarre la ilusión que te creas de ti mismo.
Pero esta es la verdad, la verdad roja que quiero,
que defiendo, aunque por ella,
me mates.
A mi Panda Preferido
Cosa adorable, hermana, te conozco,
eres tan opuesta a mi que te necesitaba,
te pones en mi lugar facilmente y con pereza,
el más adorable y desquiciado de los pandas.
Ambas nacimos de la misma rabia,
somos víctimas de la misma violencia roja,
hijas de la ausencia y de la nada,
nos corroe el mismo rencor y la misma rabia,
nacemos de un dolor similar, y los mismos demonios,
rojos, azules y negros envenenan nuestras almas,
es el mismo odio el que nos engendra,
la misma tristeza y las misma furia desatada.
Yo construyo y tu te ríes, me impulso, me caigo,
y ya en el suelo te levantas si yo no lo hago,
con un poco de desgana, palmeas mi espalda,
y te levantas el ánimo porque a mi me hace falta.
Cosa adorable y desquiciada, triste y enojada,
No eres como yo, pero eres yo, y me rescatas.
¡Hey! Lonely Panda, te doy las gracias,
mi desquiciada criatura cubierta de melacólicas carcajadas.
Colores Para una Revolución
Hoy coloreaste, sin saber,
parte de mi corazón tan, pero tan gris,
es un color intenso que me regalaste,
no se si es rojo, morado o amarillo,
pero lo prendiste en mi pecho,
como si me dibujaras de pronto una bandera.
Hoy planeamos revoluciones mundiales
para vencer el peso de mi pasado,
y hoy hablamos y derramamos en el otro,
hilos de sangre.
Tomé entonces esa sangre caliente,
deje que bajara por mi garganta,
y ahí se encendió inesperado,
un color que casi no miro de miedo,
un color que ignoro y no se si es,
rojo, amarillo o morado.
Tu sangre que había palidecido,
cobró en mis venas color y fuerza,
espero que tu también hayas recibido,
algún color desde mis entrañas,
alguna estrella desde mi boca,
alguna lágrima desde mi vacío,
alguna sonrisa desde nuestra victoria.
Espero impaciente entonces la próxima noche,
en que aparezcas y soñemos revoluciones,
busquemos caos completo, desorden, libres
ya del miedo y la palidez de la muerte.
(A Ato)
Medea:
Me extraña esta muchacha,
está lejana pero la siento
diferente y alumbrada.
Es oscura, pero relumbra en ella
aquel amanecer del que reniega.
Pero es aún más que sentirla,
es indéntica y opuesta a mi alma,
rondando el centro de las palabras,
donde nada es distinto de su nombre,
o apenas rozando el misterio del silencio,
nuestros espíritus aceptan ya sin cautela
esas sombras sinónimas y antónimas,
miradas enredadas en un claroscuro tejido
entre ella y yo, similitudes y diferenecias.
(A Caín)
Paseo
Libres del miedo hoy,
sedientos de luz,
caminamos con nuestras sombras
largas tras nuestro ,
la tarde nos sigue,
y revolotea la risa que liberamos.
Somos como una promesa,
una canción a la inocencia,
un homenaje al corazón abierto
Ideal Tangible
Poco a poco, recibes mis sueños,
en silencio y sin muchas prisas los recoges,
los lanzo a borbotones por la boca,
y tu calma los contiene.
Poco a poco los haces tuyos,
te alimentas de ellos, te incorporas,
apareces inesperado entre sus recovecos.
Y el supuesto empieza a tener tu nombre,
y tu rostro trunca esa imagen inventada y difusa,
doto a este personaje que encarnaba mis anhelos,
con tus voz, con tus ojos,
con tu cuerpo,
poco a poco, poseyendo mis delirios,
entre las sombras que pueblan mi descanso,
te haces dueño de la figura inviolable,
te vuelves el ideal, vuelves a la idea un hombre,
y ya no recuerdo que difería entre su figura,
y la tuya.
Insomnio:
No estás, y es sólo por una noche,
pero no estás, y las sábanas en tu ausencia
son frío y escarcha.
No hay comodidad ni descanso
sin tu cuerpo que se amolda a mi curba,
sin tu abrazo que es un girón de la noche,
la parte más íntima y aterciopelada de la noche.
No estás, y es solo por esta noche,
pero aún si es solo por esta noche te extraño,
mi cuerpo es pequeño y solitario,
perdido en la blancura interminable y esteril
que cubre las paredes de mi cuarto.
La Aberración de Castro
Lejos de aquí crean un laberinto acristalado,
preparado para exponer patrañas
y vender costosos y exclusivos embustes,
embruteciendo con su progreso metálico
un paraiso incivilización sobre palafitos.
Hay una herida gris entre el verde y los colores,
se avecina una tormenta de concreto inamovible,
un terremoto estático de acero, vidrios y neón.
Llega el cataclismo a aquella isla sureña
nacida bajo el signo de una cruz constelada,
y de pronto su niebla de magia se derrumba,
sustituida por las luces chillonas y estridentes
y la tóxica ciudad vertida en su cuerpo
pervirtiendo su simpleza.
(Como detalle, el contexto de este poema está en que en una isla del sur de mi país, en un pueblito minúsculo llamado Castro van a hacer un gran centro comercial)
Miedo al Fuego:
Derramada sobre el tiempo estirado
que paso esperando tus palabras
intento llenar tu silencio con mi peso,
pero tu continúas estoico,
parapetado tras un muro de cordura.
Tras el cálculo rígido de cada movimiento,
me observas como si fuera una criatura extraña,
una mariposa exótica y desconocida,
un fuego subversivo y peligroso,
que te amenaza con la inminencia del incendio.
Intento con sonrisas, y pestañeos,
y miradas que se pretenden seductoras,
que dejes las reservas y bajes tus murallas,
porque estas enamorado de mi, loca, furiosa, apasionada,
y eso te asusta a ti, cuerdo, calmo, distante.
Recreo:
Se activa la sonrisa
con una campanada.
Surge de pronto
la vitalidad dormida,
y una estampida recorre,
alegre y desordenada,
los pasillos claros,
En el rincón de siempre
nosotros sentados ,
alegres y estresados,
sonreimos a la mañana,
intentando en vano concentrarnos
en una guía de matemáticas.
Pero tenemos la guitarra
y la risa en la piel;
ya cuando toque la campana
volveremos a la ecuación,
a la grámatica, a la teoría,
a las fechas de batallas,
y la modorra frente a la pizarra.
Soy...
Soy hija del rencor,
soy una herida roja en el asfalto,
un grito que me empuja,
un alarido que me lleva.
Soy hija de un pueblo mutilado,
y de las calumnias y la sangre.
De mis calles espantadas renazco,
cabeza erguida, pájaro en llamas,
surco el humo hasta el azul.
Encenderé tus mejillas tiznadas,
y te convertiré en un faro de luz.
Levanta la vista arriba, y mira
ese pedazo de cielo que rescato para ti,
con los sueños atravesando mi memoria,
y una vieja intención de levantarse.
Soy la memoria, y muchos nombres,
y desaparecidos en las metálicas entrañas.
Me enseñaron a amar la libertad,
aquellos que murieron en sus jaulas.
Últimos Alaridos:
Este será mil último grito,
y la noche en torno a el
se irá volviendo sangre negra
cuajada de luz.
Este será el último grito,
el último alarido,
que me escucha la madrugada
cuajada de lágrimas en desvelo.
Estallaré fiera y rabiosa,
como si me corrollera una enfermedad,
ya no perteneceré ni al rocío ni a las luces
de la ciudad perfilada en el valle negro.
Seré de la figura maciza y lejana de la cordillera
que se echa sobre el mundo,
como el esqueleto de un animal colosal,
y mis alaridos serán minerales en la tierra,
y mis lágrima la nieve que me corone.
Ya no seré un despojo infame,
como la mancha de humedead en la pared,
como el rancho miserable a las afueras.
Este, lo aseguro, será el último.
.El ultimo lamento que me oirán.
Optimismo inusual el Lunes por la Mañana:
Hay quizás,
en el frío y la vereda,
en la ciudad del humo
y perros callejeros
en que habito,
y en la cordillera rosada,
una esperanza tímida y muda.
Es quizás una canción nueva
que interrumpe el letargo opresivo,
o el smog que se abre y muestra,
retazos del antiguo y perdido cielo.
Habla la gente diferente,
y junto a la incertidumbre
cierto optimismo se asoma,
no lo muestran temerosos,
amedrentados, inseguros,
del escarnio de tener fe,
por una vez y sin reservas,
en el mundo.
Se Rindió:
Te conocí, eras triste y otoñal,
una niña de lluvia y hojas secas,
contradecías mis palabras intensas
con un silencio taciturno de ángel que pasa.
Íbamos, incluso yo furibunda y tu callada,
a la plaza y la tarde nos coronaba,
a mi de rojo, sol y fuego,
y a ti de nube naranja.
Siempre fuiste mitad pena y camino,
y siempre tuviste incrustada
una pena que no era tuya,
siempre buscaste el límite,
para sentir que te arropaban.
Pero despúes de arrojarte no te sostuvieron,
te marchaste por un camino largo,
de otoño y fotos amarillas.
No te he vuelto a ver, ni te extraño,
ni te reprocho que te marcharas,
pero a veces te recuerdo,
y me invade la lástima.
Yo me quedé con amigos,
batallas que perder y ganar...
Y tu cobardía te dejó difusa
en el fondo de un par de memorias.
(A Varinia Bastías, una amiga amiga, que se marchó a donde nadie puede ir verla. )
Olvidé:
Me preguntaron, y no supe responder.
Me preguntaron de donde me salía la rabia,
y me estremecí llena de espanto,
cuando no supe decirles.
Es la furia de mi interior algo incuestionable,
se instaló allí, entre las entrañas,
una cosa tan obvia como la sangre o los pulmones,
y horrorizada me doy cuenta,
que olvidé el origen de su temblor constante.
Quizás surja de la misma maraña que es mi cuerpo,
intenso como un montón de nubes que atardecen,
o sea algo profundo y negro,
que surgió de la noche antes de que yo fuera yo.
Terrible, pero he olvidado.
de donde nace este espíritu de gruñidos y dentelladas,
es como un animal adolorido que se retuerce en mi interior,
y desgarrara mis entrañas ardiendo con las zarpas ensagrentadas.
desde el mismo momento en que empecé a sentir lo que miraba...
No se que rompieron en mi,
que costilla, o pierna, o brazo o corazón,
como me enseñaron de gritos nocturnos y lágrimas
acumuladas sobre los pómulos embravecidos.
Ya forma parte de mi, como la ciudad del paisaje,
y no nació, ni tiene fin,
surgió, quizás de donde surgen los sollozos,
de un pozo oscuro en la garganta,
de una pena desatada en mi pecho
Autoretrato:
Tengo las mejillas arreboladas,
y los labios en permanente incendio,
mis ojos, sin embargo, son calmos
y ocultan un fondo de silencio.
Me volví sin darme cuenta bandera,
y siguieron mi figura pequeña y arrebatada,
pero muchos olvidaron que tras el lider
había mujer, y tras la mujer, niña asustada.
Soy fuego encarnado y pasión; pero otoño,
polvo de camino y acorde guitarrero,
nativa del rocío y la arena,
agua negra, luna, espuma y cordillera.
No poseo más que la mirada atenta,
y el corazón vendido al deseo,
la puerta peligrosamente abierta,
y la sangre en la pluma y el tintero.
Me conocen como furia ciega y desatada,
o como cándida y tierna combatiente,
mi nombre es querido y despreciado,
pero a nadie deja indiferente.
Mujer- Guitarra:
Allá adelante
llora una guitarra,
de polvo y camino,
desgarrando el cielo.
Es una guitarra desafiante,
la desangra una mujer
de rostro oscuro, manos tristes,
y sueños grandes.
La desangra sin cuidado,
derramando la cancion generosa.
Violeta tu te fuiste en un trino,
pero tu guitarra aun se toca.
La mujer se fue sangrando,
hilo a hilo su cancion...
Una vez seca y vacía su guitarra,
cayo al suelo, callo su voz...
Se llamaba Violeta Parra
y con su voz entristecida acá el pueblo,
rejuvenece, y agradece, y protesta...
Con su canción y su recuerdo...
(A Violeta Parra...Aquella gran cantautora)
La Canción:
La canción no se detiene,
a pesar de la dentellada,
de aguas turbulentas…
la canción no para.
Lleva llanto y gritos,
lamentos estridentes,
sangre de caídos,
dolor de supervivientes.
La canción vive y se mueve
fluye como un rió torrencial,
la desvían, se entierra,
pero la canción no se detiene.
Tiene trinos y tañidos,
y disonancias extrañas,
arrastra en su corriente
oscuros enjambres de ramas…
Hundidos los huesos
en su agua malograda
se blanquean, testimonios,
de esta canción profana…
La canción nos pertenece,
la hacemos nuestra,
al ritmo de nuestro tambores,
la despeñamos por las cimas.
La canción indetenible ruge,
en un túnel de ecos y enigmas,
la canción sobrevive prófuga,
fuerte e indestructible
Suena la canción en los rincones,
apenas tarareada con miedo,
la canción no se detiene ni teme,
la canción de nuestros corazones.
Madrugada:
Se me aloja un frío extraño en el pecho,
un frío sólido e inaudito,
como un pedazo de plomo que pesa,
sustituye el latir rojo de mi cuerpo
por pesadez helada y muerta.
Es como una bala de hielo,
un silencio que amenaza con quedarse,
después de tanta tormenta se viene
como una calma terrible y extraña.
Luego del golpe pesado, la caída,
esa masa de nieve plomiza,
una estocada mas
de esa invencible madrugada...
Desidia.
Pereza.
Modorra.
Anestesia.
Se detiene todo, y las piedras
me hacen una suerte de hermana,
el cieno del fondo, un lago,
agua sucia y espantada.
Busco en medio de los grises,
de los pálidos y descoloridos
tonos y paisajes de mi alma,
ese rojo fuego que conozco,
que me impulsa desde el principio,
que me caracteriza desde que existo,
que me empuja desde que camino.
Lo busco y de el no hay nada,
ceniza barrida por un viento vacío,
cavernas sucias, oscuras, y olvido...
Se escapa algo en este amanecer frío,
quizás un último retazo ingenuo,
los últimos colores de la infancia.
Amplias y Abiertas Alamedas:
Somos hijos de la oscuridad,
por eso, brillaremos,
somos hijos del silencio,
por eso se oirá nuestra voz.
Hijos de la oscuridad, del silencio,
de la calma resignada,
del olvido necesario…
Somos hijos del miedo.
Por eso debemos brillar,
en nuestra frágil fuerza,
levantar banderas burlonas,
reír sobre nuestros muertos...
Somos alba que rompe,
que despunta tras una sombra,
trinos, guitarras, sangre,
para nuestra patria desangrada....
Somos hijos de la noche,
del silencio y la nada,
por eso brillaremos,
sobre la ciudad espantada....
Buscaremos el cielo,
Llenaremos el cemento de azul,
sangrara a nuestro paso el asfalto
estrellas, luces y versos
Derramaremos nuestra sangre,
con ella regaremos
las amplias y abiertas alamedas,
y nadie nos dirá que no brillemos.
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Publico estos mientras, ya agregaré más....