No puedo inspirar a ninguna dulcinea, no puedo perder a ningún hombre en mi laberinto, no soy lo suficientemente misteriosa ni frágil, ni bella, ni perversa, ni complicada. Soy demasiado de luz, demasiado concreta y real para causar fiebres y delirios. A mi, tan definida, no se me puede idealizar, no soy objeto para ningún poema, ni tengo cariz de personaje de novela. Soy más de calle, de vereda, de luz de tarde. Las mujeres como yo, escriben, tienen que escribir, tienen que dejarse llevar por la locura, y no ser la causa de esta. Se identifican más con el amante desdichado que con el objeto de su desdicha.
Pero, me resisto un poco.... ¿No hay otra forma?¿ Es que mi destino es sufrir desventuras amorosas, y encerrarme en una soledad terrible que me carcoma o, por el contrario, amar desesperadamente a mi idealizado caballero? ¿Terminaré pegándome un tiro, mueriendo amarga y sola como Violeta Parra? ¿Me hundiré en el mar lenta, poéticamente, como Alfonsina? ¿Seré adalid atormentado de mis causas hasta que me ataviesen los sueños de un disparo? ¿Será acaso que la mujer que escribe, nunca es musa, y si una mujer no es musa no será ni mujer ni será amada?
Es triste verlo así, y como dije, me resisto. No puede ser que en nuestra búsqueda de liberación, nuestra cruzada contra las eternas desigualdades y los roles impuestos, las mujeres olvidemos enfrentar este papel de musa. ¿No sería liberador poder escribir, sin sonar estúpida ni vendida, que un hombre es hermoso, es dócil, es tierno, es dulce, es sensual y delicado? Decirle a nuestro amado: ¡Oh! Luz de mis desvelos, condena de mis labios, ojos nocturnos que me subyugan, manos que encarcelan mi cintura y brazos que me amarran al oscuro y tórrido jadeo de la noche...¿No sería eso, literariamente, alcanzar la igualdad? Pero no, sean ustedes siempre musas, mujeres, y ustedes siempre déjense inspirar por ellas hombres. Parece ser que son los únicos roles que no se puede truncar...
¿Y entonces que pasa conmigo?
No puedo ser la musa.
No puedo inspirar, solo ser inspirada...
¿Debo entonces pensar que estoy enferma?
¿Será la soledad el síntoma ?
Dígame usted, que es hombre, que sabe tanto, ¿debería renunciar a la locura?¿Debería convertirme en la frágil y perturbadora criatura de sus anhelos? ¿Es el único camino, el de ser musas, que tenemos las mujeres para el amor?¿En vez de confundirme debo confundir? ¿En vez de buscar debo esperar? ¿En vez de esmerarme en el cariño debo ser desdeñosa y cruel?
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Esto es malísimo lo se, solo son reflexiones locas de adolescente más loca aún.