Incandescente

Es más sencillo robarle secretos al viento que descifrar el corazón de una dama.






























(patio.de.juegos)

Los velos se inflaman y vuelan las cenizas, como hojas de otoño. Mientras la brisa corre tras ríos imposibles, buscando respuestas, susurra: media luna, mitad oscura, mitad brillante, así soy yo

.
..
.

Dos suicidas, un puente & el orden de los factores alterando el producto.

Para saltar no es coraje lo que falta, ni siquiera locura (sobrando) me susurra al oído El Mágico, es algo más primitivo.
A quien salta no es que le esté sobrando, más bien le falta:
El deseo de evolucionar.

Me escucho pensar (el también), acaso la única evolución posible en ciertos casos sea saltar, de ahí a encontrar tus palabras como cháchara hay un paso.

Es un paso enorme, me dice ya sin susurrar.

Extraño es pensar y saber que El Mágico sabe lo que pienso o creo pensar.





Ser mejor o distinto, ser poeta o poema, ser.
Mujeres fragmento contemplan las piezas, se desperezan, nos dibujan sonrisas milenarias y efímeras.
Difuman un puente que lleva nuestro nombre.

Exiliados de la comprensión, ajenos a toda ciudad, porqué la única y mejor se perdió en el tiempo, labor del hombre que borra las huellas, gélido en su labor de mar, mar al que llevan todos los caminos, en su desesperar.

El hombre que borra las huellas, siente la brisa y mira los puentes tendidos sobre aguas imposibles y sonríe... Antes de seguir, su camino de mar.



.
..
.

Camina entre humo espeso una tercera persona y se cruzan. Son los suicidias.
La mujer piensa en las letras que tienen tatuadas en sus muñecas: A, V, W. Son las mismas líneas en diferentes posiciones. Parten de la misma esencia.

El hombre desiste la idea de partir el camino de mar ante el encuentro, se observan los tres mudos...

..
..

No hay peor ciego que uno sordo; nosotros sólo somos mudos, me susurra la noche o aquel puente que une.
Los susurros se tejen con la intangibilidad misma de la seda.
Aquel loco al saltar de puro loco (?) cocino su salvación.
Cae sobre un yate, el puente le deparó tal destino al no permitir ver el extremo y extraño mundo ajeno a él.
Mundo que estaba allí, a sus espaldas, bajo el puente.
Un mundo que escondía aquel yate, sería este una salvación, continuaría el calvario de la locura hecha carne?
Una luna y sus mitades brilla al soñar "el hilo rojo del destino", líneas, semejantes, puro humo?

Humo puro.
Eso son.
3 entre miles, simples líneas, no tan simples.


El hombre que borra las huellas siempre goza su trabajo, más aún su reputación.

Sólo somos tres, pero escondemos mil palabras o castillos de arena.

Adelante es lo que importa, susurra el viento entre los puentes, adelante, hacia el abismo, mientras el humo se disipa y las miradas se encuentran a si mismas.
Las líneas tendidas al infinito parecieran converger en un punto remoto, las miradas se extienden con esperanza, siguiendo a través de mil sentidos, las líneas hacia ese lugar: Debemos encontrar nuestro lugar, nuestro propio lugar, nuestro propio jardín, con sus flores imposibles, sus armonías asimétricas, un lugar donde las huellas no se borren, donde la música sea más que la justificación de la vida y el mar acaricie nuestra razón...

Un lugar propio, más allá de la comprensión...


.
..
.

"En los pequeños detalles está la belleza" Dice la mujer.

La Luna ondea en las oscuras aguas, los grillos entonan su canción, la luz mortecina se refleja en las pupilas, escrutan el abismo, beben de éll.

"Muss es sein?

Aunque también podría haber sido de otro modo.
¿Saltar el puente de un sólo lado? ¿Construir dos extremos?
El riesgo, todos temen el riesgo. Y que las perras negras muerdan.

Un momento, brillante, rodeado de negrura y de perras negras que muerden, tan intenso como fugaz, tan pleno de sentido para el que tiene ojos, como de sonido para el que tiene oídos.

Y su muerte, su muerte diaria, su muerte mecánica y rutinaria, una rueda que no conoce su rodar, su muerte negra, más negra que el más profundo de los abismos, su muerte larga, enorme, triste y superficial, a cada instante, a cada segundo, a cada olvido, a cada mirar sin mirar, a cada lamento no escuchado, cuando ya nada importa o todo lo que importa no vale nada, que es la misma muerte, dentro de otra muerte.

Y el amor, siempre de la mano con la vida, el amor que solo se comprende desde un puente enamorado de los suicidas, el amor que te cura, el amor que te lame las heridas, el amor que te marca el rumbo, el amor que somos nosotros, buscando sentido, buscando luz en abismos, en islas que no son islas, en mundos que no son mundos, en universos dentro de ojos y miradas infinitas...

El amor y la vida, envueltos en brisas cálidas, arriesgando todo, por asir dulcemente el momento de metal...incandescente.

.
..
.

¿Qué era lo que había llevado a tres personas a encontrarse (0,00001% de probabilidades) para llevar a cabo la misma cosa?

Tal vez la misma Verdad, una verdad inmutable e imperecedera que hastiaba y se alimentaba de cada recoveco de moho en el alma, de humedad, y que luego venía, se arrastraba, serpenteando e invitaba a las perras negras a pasar por los huecos.

"Otra copa, caballero.

Y muero porque no muero, diría Santa Teresa, no más verdad que otra, que tres coincidencias, que tres figuras, que tres suicidas.

El amor podría haber sido la respuesta. Un paracaídas, un bote, un flotador salva-vidas. Los tres parados, orgullosos en su cobardía, dispuestos a acabar con todo, antes de pensar en pronunciar un grito de ayuda.
¿Quién podría?
El amor, esa palabra... ¿Se busca, se encuentra? ¿Lo necesitamos para tener un sentido, un por lo que vivir?
No, ellos no querían vivir una existencia como un tronco que se arrastra por la corriente de un río.
Pero, ¿qué sabían ellos acaso del amor?

Los pensamientos flotaban en el aire, como una musa sin poeta a medio vestir, tocándolos con sus sedas y embriagándolos con su aroma.

La vida

Pasa en décadas, esos son los momentos que nos permiten vislumbrar el crecimiento.
Donde se generan antagonismos entre la esperanza y la desazón, el saber que dibujamos nuestro camino con crayones, o mejor aún, cuál acuarela, nos impregna del error irremediable.
Precisamente eso le suma sabor al asunto, a la vida, a esta apuesta manejada por un trillero insolente (las probabilidades son ecuaciones que pecan de arbitrarias en sus manos), menosprecia quien somos y nos posiciona a la simple descomposición que seremos.


Pero (feliz o no)

El universo siempre gira a favor, dibuja estrellas para musas.
Estrellas hechas polvo, como polvo de estrellas.
Una estrella nos espera, cumple su destino.

La actuación de nuestras letras emociona al genuino pesimismo desplegado por cada paso que damos. Sabemos de un lugar donde encontrar abrigo de la vida, pura belleza & belleza pura.

Hazlo.
Hazlo de una puta vez.
Su voz llegó a él con el desesperado grito de aquel hombre mudo. Miró con unos ojos que no eran suyos mientras con su mano acariciaba el recuerdo esperando que el viento lo empujara hasta ella.
No lo hizo. ¿Cómo iba a hacerlo?
Era un hombre. Caminaba entre dioses sí, pero era un simple hombre. Nosotros no estamos programados para la felicidad.

Derrumbados ya los castillos en el aire, un trono de papel aplasta el cuerpo muerto del camino que aún queda por recorrer. Cadáver vencido, la música conserva los restos del héroe caído. La mano sin dedos -ni anillos en éstos- de una reina, de Troya princesa, une las cenizas del animal guerrero. Así despierta. Envuelto en sudor y empapado en delirio. Doblegado, le sostiene el brazo de una mujer manca quien entre besos y polvos, guía la senda del camino perdido.

Por fin se halla, hallado, mal hallado.

Aún dobleago, sometido. Es tan pequeño e insignificando que no puede evitar sentirse Dios. Frente a él un ejército de infamias; capitaneado por un querubín, su tierra amenaza. No tiene nada, nada queda. Puño en alto reivindica lo que no es suyo, dispuesto a morir para defender la patria que cultivó, entre mentiras y desatinos.

Bajó al cielo, tras subir al infierno, y ahí vio. A Dios. Frente a él. Dos lunas tras tres meses, después de las cuatro décadas que deja el lustro. Creyó batallear una lucha eterna, ni más lejos de la realidad. Ahí comprendió que el Dios al que enfrentó no eran gigantes, sino molinos de viento.

La brisa primordial transmite el susurro de mil héroes, musas, ángeles y demonios, mientras debajo de las piedras se esconden los dolores, las memorias, los ecos de gritos desgarrados que buscan el olvido, que luchan por desaparecer. Una lápida de oro los cubre, con un grabado imposible: muss ess sein.

A través de sueños rotos, como juguetes esparcidos por el camino, las miradas se levantan hacia el cielo, mientras la luna se refleja en las tibias aguas, que pasan, acariciando los puentes.



.
..
.

Un desesperado alarido emanó del más profundo y hondo abismo de sus extrañas estremeciendo tierra, mar y aire. El fuerte eco de su bramido resonó con tesón mientras era arrastrado de norte a sur, de este a oeste. Derritió los polos del ártico a su paso, Oriente tembló ante él, encendió una llama en el cielo y apagó una en infierno. Se asustó. El niño bajó la mirada, cerró los ojos y se acurrucó tapando con las manos su cabeza. Esperó el duro regaño. Lo esperó. Lo siguió esperando. No llegó, nada ocurrió.

Tímidamente abrió los ojos y miró a un lado, luego al otro. Se levantó. Buscó en todas direcciones, nada encontró. Entonces recordó: estaba solo.

Sonrió un instante aliviado, pues estaba solo. Solo...
Dejó de sonreir, pues estaba solo. Solo...

Sobre el puente, los suicidas.
Bajo el puente, el vagabundo.

Todos los puentes están enamorados de un suicida.
Y los vagabundos se enamoran de los puentes.

(lo siguiente no cuenta con el respaldo de su escritor, según se reniega de esta pieza, pero a falta de algo más estos días es lo que hay)



El mar cobija la arena, mejor aún, los castillos fosilizados en nuestro inconciente forman parte ya del olvido visual (muchos tienden al olvido como motor de sus pasos) que no osamos impregnar a nuestros días y aún así los conservamos, añoranza por un futuro inconcluso.


La Biblia del suicida reza: olvidar los puentes es pecado.

La soledad puede volverse pegajosa, proponer nuestra existencia como una parodia de vida, podríamos creer incluso esa máxima, pero no sería ese un modo de caer en slow motion del puente?

Fuego, la incandescencia brota en el centro mismo del frágil y sinuoso abismo que somos. Disponemos siempre una chispa última, el uso que hagamos de ella puede o no ser redentor.
La redención es una palabra que por si sola envuelve cierta esperanza, a pesar de esto no puede siquiera lidiar con otra palabra de calibre, amor, describirla sería impropio, es más sencillo encontrar nombre para el loco (a quien ya no llamó loco) a medianamente trazar cierta certeza en su significado.
El amor funciona como método redentor, sea cual sea la dirección en la cual disparemos.

Actuamos como niños ante el amor, peor aún si es amor propio, en ese caso somos simples críos encabronados.

Hace poco llego a mis oídos una pequeña historia que tome por inverosímil, entonces no me quedo mas remedio que intentar dar con ella, con lo mas profundo que cobijaba.
El tema era bastante sencillo, hablaba sobre una cátedra en particular en la facultad de ingeniería, y otra mas, donde junto con una carrera en particular (que no tengo intenciones de revelar) había nacido una cursada un tanto inverosímil

"Construcción de puentes para suicidas", en un principio supuse en la estupidez de mi confidente en creer tal asunto, luego en su insistencia percate un cierto miedo, un dejo mágico, lúgubre y real.
Mayormente real.
Cuando empece a creer que tal asunto podía ser cierto volví a recordarme en los puentes, como me sostenia en ellos antes de saltar, la gravedad es algo que siempre nos alcanza de un modo u otro, no hay música celestial que nos ampare.
Las oportunidades no alcanzan si el puente esta bien construido.
Pero decía, entonces, me supe suicida, supe que lo era o lo había sido notablemente desde siempre, sin encontrar hoy el detonante y eso no hizo mas que dejarme pensando, estos putos forros lo saben,
que estamos predestinados muchos de nosotros, que el trillero ya la jugo y no teníamos parte en el asunto.
Entonces no hacen otra cosa que contribuir a esa necesidad, a la que tiene todo suicida en potencia, una necesidad tan tangible como el amor...
...es parte del mismo asunto.


…

Y los tipos estudian, una puta cátedra, ven donde va cada puto ladrillo, el modelo visual que preparan es acogedor, se reúnen, simplemente a pergeñar los mejores lugares del puente donde el suicida pude hacer de las suyas.

"Es una tragedia que haya gente que viva para suicidarse día a día"
Esa fue la primer frase que escuche al acercarme a la citada cátedra, quería entender si realmente aquel sadismo podía ser dado en una cursada, algo reglamentario, permitido por el estado y los estadios de la sanidad mental que todo país tiene.
Me aproxime a toda aquella locura, o “eso” que consideraba de tal modo.
Solo lograba encontrar tipos y tipas pensando en el gran bien que brindaban a la sociedad, imagínense, un puente diseñado en exclusiva, con el máximo fin de conectar (como tiene todo puente), pero este conectaba de modo extraño, la vida, la muerte y el pasajero que hacia uso de aquel ultimo viaje.
Pretendían hacerlo del modo mas mágico que era permitido por las circunstancias

“El fin del fin”

En la entrada de aquel puente, grabado en el hormigón rezaba aquello que seguramente consideraban como la máxima expresión de sus dichos:
"de todos modos es una buena obra hacer que el prójimo tenga un suicidio bonito"

Salí de allí pensando:
“La basura/tragedia de unos...” circo para otros.




(Lo anterior fue creado con el fin de agradar-sorprender a Caín-Circulo-K.V. en un momento especifico, en un lugar especifico, simil patio de juegos, fuegos)
(El encomillado pertenece a K.V. - Circulo – Caín )

.

"Es una tragedia que haya gente que viva para suicidarse día a día.