El delirium tremens en mi caso es hereditario, porque pasa de padres a hijos de forma involuntaria. De generación en generación. El D.T. es una puesta en escena, más allá de un tripi, es ver a Dios y a su padre. Bichos vivos, desangrados chupando, moviéndose, amorfos, gritos, sudores, cucarachas por dentro devorando, síndromes de abstinencia, ganas de vivir muriendo. Vives la muerte y ves la luz. Es una transformación plena de cuerpo a insecto. O la metamorfosis de Kafka dentro de un horno crematorio funcionando. Nada recomendable, por cierto.